Suele darse con más frecuencia en las mascotas de mayor edad pero puede presentarse también en jóvenes. Por ello, resulta importante no solo el tratamiento adecuado, sino la detección temprana para actuar con inmediatez, pues si se controla, el animal podrá mantener una buena calidad de vida de muchos años.
En perros suele aparecer en torno a los 7 y 9 años y es más frecuente en hembras que en machos. Además, como ocurre también entre humanos, la cuestión genética también influye; hay razas más propensas a desarrollar diabetes tipo 1 como los beagle y los caniches.
En el caso de los gatos, se presenta alrededor de los 7 u 8 años. Ellos son más propensos a presentar diabetes tipo 2 y generalmente esta deficiencia de insulina está directamente relacionada con malos hábitos de vida, como la falta de actividad física o la mala alimentación. Para los felinos no hay razas con mayores posibilidades de contraer diabetes pero sí hay una mayor incidencia entre machos castrados.
Como siempre lo recomendamos, el diagnóstico debe ser confirmado por un veterinario al encontrar altos niveles de azúcar en la sangre y en la orina, lo que generalmente se hace por medio de un cultivo para descartar una infección del tracto urinario.
Al igual que en los humanos, la insulina, la dieta y el ejercicio moderado son los mejores aliados para combatir y mantener a raya la diabetes; en resumen, mantener normales sus niveles de azúcar en la sangre y evitar que se presenten poner en riesgo su vida.