El golpe de calor es una de las principales urgencias veterinarias durante el verano y puede afectar tanto a perros como a gatos. Estos animales no regulan la temperatura como los humanos: los perros solo eliminan calor a través del jadeo y las almohadillas de las patas, mientras que los gatos dependen casi exclusivamente del lamido para refrescarse. Esto los hace especialmente vulnerables cuando las temperaturas superan los 30 °C y la humedad es elevada.
Los síntomas iniciales incluyen jadeo excesivo, respiración acelerada, debilidad, vómitos, encías muy rojas, salivación abundante y desorientación. En casos graves, puede haber colapso, convulsiones y pérdida de conciencia, lo que requiere atención veterinaria inmediata. Las razas braquicéfalas —como bulldog, pug, shih tzu y gatos persas— son especialmente propensas, al igual que animales muy jóvenes, mayores u obesos.
La prevención es fundamental
Entre las medidas recomendadas se encuentran: evitar paseos entre las 10 y las 18 horas, mantener agua fresca disponible en todo momento, ofrecer zonas con sombra y ventilación, y no dejar nunca al animal dentro de un auto, aunque la temperatura exterior parezca moderada. En gatos, se recomienda instalar fuentes de agua y esteras frías, así como habilitar espacios elevados con buena circulación de aire.
Qué hacer
Si un animal presenta signos de golpe de calor, es crucial actuar de manera inmediata. Se debe enfriar el cuerpo gradualmente, humedeciendo patas y abdomen con agua tibia a fresca y acercándolo a un lugar ventilado. No se debe usar hielo ni sumergir al animal, y se recomienda acudir de inmediato a un veterinario para evitar complicaciones graves o la muerte.
El cuidado preventivo es la mejor estrategia: ajustar horarios de actividad física, vigilar la hidratación y ofrecer espacios frescos ayuda a minimizar riesgos en la temporada más calurosa del año. Con información y hábitos adecuados, es posible proteger a las mascotas y disfrutar del verano sin poner en peligro su salud.









