A pocas horas del cierre de su histórica cumbre en Roma para tratar la epidemia de la pederastia en sus filas, la iglesia católica sufrió ayer otro duro golpe cuando se conoció la condena de un tribunal de Melbourne contra el cardenal australiano George Pell, número tres del Vaticano, por haber abusado sexualmente de dos menores.
Con 77 años, Pell se convirtió de hecho en el más alto responsable de la iglesia católica en ser condenado por un caso de pederastia, al ser encontrado culpable de un cargo de agresión sexual y de otras cuatro acusaciones de atentado al pudor contra dos monaguillos que entonces tenían 12 y 13 años, por unos hechos ocurridos en la sacristía de la Catedral de San Patricio de Melbourne en 1990.
Entre otros hechos considerados probados, el asesor financiero del papa Francisco y ministro de Economía del Vaticano,habría obligado a unas de las víctimas a realizarle una felación y se habría masturbado enfrente de la otra.
El prelado rechazó estas acusaciones e inicialmente se había salvado de una condena en un primer juicio realizado en septiembre de 2018, pero luego fue declarado culpable en un nuevo proceso el 11 de diciembre pasado. La corte de Melbourne aceptó entonces una “orden de supresión” que prohibió a los medios de prensa hacer cualquier mención del caso, so pena de sufrir procesos judiciales.
Este silencio se impuso con el objetivo de proteger al jurado de un segundo juicio contra Pell por otros delitos, pero la acusación decidió renunciar a este proceso, lo que condujo al levantamiento, ayer, del silencio mediático sobre la primera condena.
Uno de los monaguillos víctimas de Pell falleció en 2014, mientras que el otro dijo ayer que el juicio es estresante y “aún no terminó”. “Como muchos supervivientes, he experimentado vergüenza, soledad, depresión y dificultades. Como a muchos supervivientes, me llevó años comprender el impacto que tuvo en mi vida”, dijo la víctima, que no fue identificada públicamente, a través de su abogado.
Por su parte, el Vaticano expreso que “es una noticia dolorosa que, somos conscientes, escandalizó a muchas personas, no sólo en Australia. Como ya hicimos otras veces, reafirmamos nuestro profundo respeto por las autoridades judiciales australianas. En nombre de ese respeto, esperamos ahora el resultado del juicio de apelación, recordando que el cardenal Pell reafirmó su inocencia”. Sin embargo, el papa Francisco le prohibió celebrar misa en público y “como es norma, los contactos de cualquier tipo o forma con menores”, se informó.