QUITO.- Miles de indígenas avanzaron ayer sobre una militarizada ciudad de Quito en protesta contra los ajustes económicos que pactó el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que derivaron en un fuerte encarecimiento de los combustibles, tras una semana de caos y disturbios que ponen al presidente Lenín Moreno contra las cuerdas.
Un río de manifestantes marchó ayer en dirección al centro de la ciudad, donde se encuentra la desocupada sede presidencial, en repudio del paquete de ajuste anunciado la semana pasada por Moreno, mientras que grupos apenas menores de estudiantes, sindicatos y trabajadores se enfrentaron con la policía, que respondió con gases lacrimógenos, en otros rincones de Quito.
La manifestación indígena amenaza con convertirse en una revolución: miles y miles coparon ayer las calles de la capital, con un respaldo popular elocuente, pues a su paso recibían aplausos y bolsas de agua desde los balcones de los edificios de la ciudad. “Nos tiene aquí la indignación ecuatoriana contra el paquetazo”, señaló Gonzalo Espín, dirigente de los indígenas de Cotopaxi (centro). “Mientras no desista, seguiremos aquí”, advirtió. Moreno “está gobernando solo con las recetas del FMI, de las cámaras empresariales. Y es lo que rechaza el pueblo ecuatoriano”, agregó el líder indígena Salvador Quishpe.
Resguardado en Guayaquil, el jefe de Estado ratificó sin embargo las medidas y abrió la puerta del diálogo con la mediación de la ONU y la iglesia católica (ver Lenín…). Sin embargo, los indígenas exigen como condición que desista de eliminar los subsidios que produjeron un alza del precio del diésel y la gasolina de hasta un 123%.
El despliegue de los militares y el “estado de excepción” declarado por el Presidente fueron sin embargo insuficientes para contener la crisis, que ayer parecía al borde del desastre: los enfrentamientos con la policía seguían sumando heridos (las fuentes oficiales contabilizaban unos 700 desde el comienzo de las protestas), mientras que La Cruz Roja suspendió su atención por “falta de garantías de seguridad” para sus voluntarios. Desde la organización internacional, denunciaron “agresiones” a sedes y ambulancias en el marco de las protestas.
El martes tuvo lugar además una segunda muerte: Marco Oto, de 26 años, falleció de las heridas que le causó una caída desde el puente San Roque, en Quito, durante una persecución policial en la que varios jóvenes quedaron atrapados entre los agentes motorizados y una reja ubicada en la mitad del trayecto. La resistencia indígena ya hizo caer a los gobiernos de Abdalá Bucaram (1996-97) y Jamil Mahuad (1998-2000) por ajustes económicos concertados con el FMI.
Lenín Moreno ratificó las medidas y regresó a la capital
QUITO.- El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, ratificó ayer el paquete de medidas de ajuste adoptado en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a la vez que aseguró que no renunciará al cargo. “Es una medida justa, que beneficia a los más pobres y va en detrimento de aquellos que se han estado beneficiando de un subsidio de lo más injusto”, aseveró Moreno desde Guayaquil en una entrevista con la BBC, donde aseguró que “la mayoría de los manifestantes venía por mí” en la capital del país, aunque al mismo tiempo acusó a Nicolás Maduro y su antecesor Rafael Correa de infiltrar las protestas para generar violencia.
Por la tarde, Moreno regresó a Quito para monitorear de cerca la situación, aunque su paradero era desconocido. Por su parte, la ONU y la iglesia católica se ofrecieron para mediar en la crisis social en Ecuador, y según la ministra del Interior, María Paula Romo, “están trabajando ya en este momento en esos acercamientos” con la dirigencia indígena.