Evo Morales renunció este domingo a su cargo como presidente de Bolivia para evitar que siga la escalada de violencia desatada por los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, líderes de las protestas que se iniciaron luego de que se dieran a conocer los discutidos resultados de las elecciones generales realizadas el pasado 20 de octubre. De esta manera, con su alejamiento, condenó los violentos ataques y las detenciones sufridas en las últimas horas por funcionarios del oficialismo y sindicalistas.
La decisión del -ahora- ex mandatario llegó en un contexto signado por las manifestaciones en su contra y por las denuncias de irregularidades durante las últimas elecciones generales. Es que la Organización de los Estados Americanos (OEA) emitió un informe preliminar respecto de los comicios en el que denunció manipulación informática en el recuento de los votos. No obstante, Morales había decidido convocar nuevamente a elecciones. Su iniciativa quedó trunca horas después en el marco de su renuncia.
Si bien Camacho y referentes de la oposición ya habían pedido que dejara su cargo, el golpe de Estado quedó consumado cuando el comandante general de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, le “sugirió” a Morales que deje el Poder Ejecutivo. Lo mismo exigió el jefe de la Policía Nacional, Vladimir Yuri Calderón.
Por este motivo, Morales denunció un golpe de Estado. “Grupos oligárquicos conspiraron contra la democracia. Fue un golpe de Estado cívico y policial. Duele mucho lo que ha pasado”, expresó.
Con las fuerzas armadas en su contra, y ante las detenciones y agresiones a funcionarios del oficialismo, Evo decidió dar un paso al costado y refugiarse en la ciudad de Chapare, en Cochabamba cuando comenzaban a circular rumores de su detención.
Horas antes, durante el transcurso de la tarde, el líder opositor Camacho irrumpió en la Casa de Gobierno de La Paz y entregó una carta de renuncia que pretende que firme Morales. También dejó una Biblia y una bandera de Bolivia.
Anoche persistía la incertidumbre respecto de quién quedaría a cargo del Ejecutivo. Con la renuncia del vicepresidente, Álvaro García Linera, debía hacerse cargo la presidenta de la Cámara de Senadores de Bolivia, Adriana Salvatierra, pero también renunció. De esta manera, la conducción del país recaía en el presidente de la Cámara de Diputados, el oficialista Víctor Borda. No obstante, también renunció a su cargo, dejando a Bolivia sumida en un clima de incertidumbre.
Ante los posibles efectos que la transitoria acefalía en Bolivia podría generar, y las incipientes denuncias de destrozos y saqueos en algunos puntos del país, las Fuerzas Armadas anunciaron que realizarán operativos para “neutralizar a grupos armados que se encuentren fuera de la ley”.
Finalmente, Camacho anunció por las redes sociales que grupos militares buscaban a Morales para detenerlo. “¡Van por él! ¡Justicia!”, clamó en su cuenta oficial de Twitter. La información fue confirmada por el mismo Morales. “Denuncio ante el mundo y pueblo boliviano que un oficial de la policía anunció públicamente que tiene instrucción de ejecutar una orden de aprehensión ilegal en contra de mi persona; asimismo, grupos violentos asaltaron mi domicilio. Los golpistas destruyen el Estado de Derecho”, escribió el ex presidente por las redes sociales.
Las imágenes de su domicilio vandalizado confirmaron la información.
Por su parte, ante los ataques de grupos violentos organizados, Mesa llamó a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional a que cumplan “su mandato constitucional, protejan a la ciudadanía y garanticen la integridad y la vida de las personas”.