BOGOTÁ.- El propio Duque informó el sábado que mantendrá la presencia del Ejército en las calles de la capital en apoyo a la Policía, debido a los desmanes ocurridos desde el jueves: “Este patrullaje es necesario, pero además se hace para darles tranquilidad a los ciudadanos”, argumentó. Ocurre que ni el toque de queda decretado entre el viernes a las 21 hasta el sábado a las 6 de la madrugada pudo frenar las protestas ciudadanas que se extendieron en distintos barrios de la capital con la modalidad de cacerolazos, pese a que el Gobierno desplegó 13.000 soldados en Bogotá.
Esa noche la ciudad mostró dos caras muy diferentes: el pánico que se apoderó de los barrios más ricos, donde los vecinos se organizaron en grupos de autodefensa para contener a supuestos vándalos, contrastó con la alegría de los cacerolazos que se convirtieron en el sonido del descontento ciudadano. Pasadas las 21, con el toque de queda vigente, grandes grupos de ciudadanos seguían concentrados, bailando y tocando cacerolas en distintos barrios de Bogotá desafiando la medida oficial.
El sábado, las protestas se continuaban replicando en el centro de la capital, e incluso se repitieron incidentes en la plaza Simón Bolívar, epicentro de las manifestaciones contra las políticas económicas, sociales y de seguridad de Duque. En la tarde de ayer, la gente había vuelto a salir a las calles de la ciudad. La crisis comenzó el jueves, cuando un masivo paro contra la gestión presidencial terminó con fuertes incidentes y un saldo luctuoso de tres manifestantes muertos.