LA PAZ.- Bolivia comenzó a transitar ayer un ajetreado proceso electoral marcado por las disputas internas en la oposición del ex presidente Evo Morales y un creciente malestar con los manejos poco claros de la autoproclamada presidenta interina” Jeanine Áñez, que finalmente será candidata pese a haber prometido que dejaría el Ejecutivo tras los comicios.
El plazo para inscribir las candidaturas venció ayer y finalmente ocho postulantes se inscribieron para disputar las elecciones presidenciales del 3 mayo. La jornada dejó dos datos relevantes para la política boliviana: la división a la oposición del Movimiento al Socialismo (Mas), que sigue liderando las encuestas de intención de voto, ya que irá partida en cinco frentes de derecha y un partido de centro; y la candidatura del propio Morales como senador por la región de Cochabamba, que finalmente logró ser formalizada.
Entre los principales frentes conservadores está Juntos, que postula precisamente a Áñez como candidata, y la alianza entre los ex dirigentes cívicos Luis Fernando Camacho y Marco Pumari, que se atribuyen la responsabilidad del derrocamiento de Morales; a los que se suma el centrista Carlos Mesa, que en octubre se adjudicó haber llegado a un ballottage con Morales en los comicios truncos.
Claro que la división favorece al Mas, que irá bajo la candidatura del ex ministro de Economía Luis Arce, aunque varios dirigentes opositores objetaron ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) la postulación de Morales por no cumplir con el requisito de residencia pues está exiliado en Argentina. El TSE tiene menos de dos semanas decidir si valida o rechaza su candidatura.