La convergencia política y geopolítica entre la nueva Administración Biden y la Unión Europea (UE) se está haciendo notar. Pero, a la vez, se puede estar generando una divergencia económica, a favor de EEUU, derivada de la manera de afrontar la recuperación de la crisis del Covid-19. Estamos ante un choque de paradigmas económicos, que puede llevar a graves disfunciones transatlánticas en diversas áreas.
La convergencia política y geopolítica cubre el regreso de EEUU a un cierto multilateralismo (desbloqueo de la Organización Mundial de Comercio –OMC– y vuelta a la Organización Mundial de la Salud –OMS–), al cultivo de los aliados y socios (OTAN). Aunque todo está dirigido a lograr un apoyo a su política hacia China. La política de EEUU hacia China tiende a rodearla geopolíticamente, pero no consiste ya solo en intentar frenar su desarrollo económico, sino en acelerar mucho más el de EEUU. Y Europa se está quedando atrás.
El estímulo impulsado por Biden asciende a 1,9 billones de dólares, a lo que hay que sumar el billón aportado por Trump. En una parte importante (en torno a un 20%) son ayudas directas a los ciudadanos de US$ 1.500 para las personas que ganen menos de US$ 75.000 al año. El de EEUU es más del doble del estímulo desde Europa. Biden con estas medidas pretende no solo relanzar el consumo, sino reducir la desigualdad directamente y vía una tasa de desempleo inferior a un 3%, que haga subir los salarios. Ha planteado un paquete suplementario de 2,25 billones de dólares (un 1% del PBI durante los próximos 8 años) para inversión en infraestructuras, transportes y energía limpios, y conectividad para crear empleo para mantener durante años una superioridad respecto a China, lo que no está garantizado. Esta va muy rápido, y sin buscar beneficios inmediatos para los accionistas de sus empresas. Este nuevo paquete Biden” se financiará con más deuda y déficit, y por vía de más impuestos corporativos y a los más ricos.
La estrategia de Lisboa, de 2000, pretendía convertir para 2010 a la UE en la economía más competitiva del mundo. Fracasó en método y medios. Ahora la UE, metida en una fiebre de estrategias pretende recuperar terreno perdido. El actual plan europeo está destinado a transformar la economía en un sentido más digital y más verde. Pero es insuficiente para lo que está en juego a nivel global. Un ejemplo es la Brújula Digital europea”: entre otros objetivos, aspira a que para 2030 Europa cubra el 20% de las necesidades mundiales de semiconductores además de disponer de su propio supercomputador cuántico. Pero ¿dónde están las inversiones, los planes para ello?
EEUU está vacunando más rápidamente que la UE su población, lo que influye en la marcha de la economía, pero la diferencia en los estímulos también cuenta en las distintas velocidades de recuperación. La UE ha optado por el sistema alemán de desempleo relegado y parcial, para impedir un aumento masivo del desempleo. EEUU no: prefiere las ayudas directas. La OCDE calcula que en 2021 la economía estadounidense va a crecer a un 6,5% y la de la eurozona a un 3,9%, y que el estímulo de EEUU va a añadir un punto porcentual al crecimiento mundial. A finales de año la economía de EEUU estará un punto por encima de las proyecciones pre-Covid, y para 2022 habrá crecido un 6% respecto a antes del Covid, mientras la europea estará igual que antes de la pandemia.
Algunos, como Macron, se están percatando con preocupación de esta divergencia y empiezan a plantear que la UE aumente sus estímulos de modo significativo. Lo que no resultará fácil, dadas las resistencias a más gasto desde la propia UE, y tampoco las economías nacionales europeas tienen capacidad para distribuir más fondos. Son economías menos flexibles que la estadounidense, e incluso que la China. El presidente francés pide invertir más rápido y más fuerte en nuestras prioridades” y que la UE simplifique drásticamente” su plan de estímulos. Somos demasiado lentos, somos demasiado complicados, nos enredamos demasiado en nuestra propia burocracia”, dice. Con esta divergencia, la UE carece de dinamismo suficiente y corre el riesgo de acabar siendo más dependiente de EEUU y de China, cuando lo que busca es mayor autonomía.
China, en parte debido a los efectos de la pandemia, ha superado a EEUU como mayor socio comerciales de bienes de la UE. Bruselas ha propuesto una Agenda Tecnológica conjunta, y una alianza tecnológica verde. ¿Es viable si hay divergencia y cuando las mayores tecnológicas son estadounidense y chinas?
Se trata de una competencia de crecimiento, pero hay también una dimensión ideológica, porque China es ahora un modelo de éxito. ¿Qué sistema logra mayor bienestar para sus ciudadanos?