Ante las denuncias de golpismo de la oposición o los temores de una invasión al STF en Brasilia al estilo del movimiento ultraderechista Qanon en Estados Unidos, Bolsonaro respondió ayer redoblando la apuesta: aseguró que busca enfrentar a la Corte Suprema con 1 ó 2 millones de personas en las calles” para que el poder moderador de la República sea el pueblo y no un par de jueces”.
Se trata de la primera gran demostración de fuerza con amenazas de quiebre a algún sistema institucional desde que Brasil recuperó la democracia en 1985, tras 21 años de dictadura militar (1964-1985), régimen de facto reivindicado por el jefe del Estado y los militares que lo asesoran en el Gabinete.
El gobierno de Estados Unidos pidió a sus ciudadanos alejarse de las manifestaciones por temor a hechos de violencia. Mientras que la Internacional Progresista alertó, en un documento firmado por 150 prominentes figuras políticas de 26 países, la posibilidad de un posible golpe institucional de Bolsonaro y denunció que la marcha convocada por grupos de supremacistas blancos, la policía militar y funcionarios públicos” enciende los temores de un golpe de Estado en la tercera democracia más grande del mundo”.