Las fuerzas rusas llegaron ayer a las puertas de capital ucraniana, Kiev, en lo que se espera sea la previa del asalto final a la estratégica ciudad tras dos semanas de guerra en Ucrania. El alcalde de la capital, Vitali Klitschko, informó de hecho que las tropas rusas ya combaten con las defensas ucranianas a diez kilómetros del centro de la ciudad, y agregó que algunos soldados de Moscú ya estaban tratando de ingresar al casco urbano.
La prensa internacional certificó que las columnas de blindados rusos, que hace cinco días estaban a unos cientos de kilómetros al noreste de Kiev, se hallaban ayer a unos quince kilómetros, aunque también informó que el Ejército ucraniano reforzó las defensas en las localidades cercanas para intentar frenar el avance del convoy enviado por el Kremlin.
A dos semanas del inicio de la invasión, el balance sin embargo es definitivamente negativo para Rusia, que acumula un absoluto aislamiento internacional, denuncias de crímenes de guerra, una crisis económica en ascenso en su propio territorio y pocos triunfos para mostrar. Se estima que miles de personas, entre militares y civiles, fallecieron desde el comienzo de la invasión, aunque los números son inciertos.
La ONU informó ayer de 516 civiles fallecidos de manera oficial, entre los que figuran al menos 37 niños, en un balance que dio cuenta de 908 civiles heridos, 50 de ellos identificados como menores de edad; aunque al mismo tiempo admitió que las cifras son inciertas y la realidad es mucho peor.
Paralelamente, continúa el éxodo de ucranianos hacia países vecinos: según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), Filippo Grandi, entre “2.100.000 y 2.200.000” de personas partieron desde el 24 de febrero.
Al mismo tiempo, el saldo de los ataques rusos es atroz, con ciudades enteramente destruidas como Mariupol -donde la población está sin agua, electricidad, calefacción, servicios telefónicos y de cloacas- y una creciente crisis humanitaria de alcances imprevisibles en todo el país, que sin dudas repercutirá en Europa.
La ofensiva rusa tiene además pocos logros para mostrar, ya que la resistencia ucraniana ha logrado detener su avance. Las nevadas de las últimas horas podrían sumar otro contratiempo para las fuerzas invasoras, de suerte que los temidos “convoyes de la muerte” rusos se terminen transformando en “freesers blindados”, según anticipan los medios internacionales.
El temor es que, presionado por esta realidad, el presidente Vladimir Putin lance una ofensiva a todo o nada para tomar Kiev y descabezar el gobierno de Vladimir Zelensky, sin reparar en los costos humanitarios que podría acarrear, algo que lo dejará definitivamente en el lado negro de la historia.