Los flujos de gas natural hacia el oeste de Europa a través del gasoducto Yamal-Europa se detuvieron el viernes de forma abrupta, en lo que parece ser una nueva respuesta del gobierno de Vladimir Putin a las sanciones occidentales por la invasión a Ucrania.
Si bien el vocero de la empresa estatal rusa Gazprom afirmó el sábado que continuará suministrando gas a Europa a través de Ucrania, en los mismos volúmenes diarios que los previos a la invasión, la interrupción de los flujos hacia el oeste del viejo continente levantaron un estado de alarma en todo el bloque, que depende en gran medida del gas ruso para abastecer de energía a sus ciudades en invierno.
Desde el inicio del conflicto, se especula sobre sobre una interrupción en la provisión del servicio, teniendo en cuenta que Rusia es el proveedor de hasta el 33% del gas que consume la Unión Europea (UE).
Claro que un hipotético corte del suministro afectaría de forma diferente a cada país de la región: según datos de Eurostat, en Alemania (principal economía del bloque), las importaciones rusas suponen entre un 60% y un 65% del total del gas consumido, mientras que en Italia ronda el 40%.
España y Francia están en una situación diferente, aunque siguen siendo vulnerables ante las subidas de precio del mercado, las importaciones del Magreb protegen a sus sistemas.
La amenaza llega además en el contexto de un inventario anormalmente bajo en las reservas europeas, lo que desató un gran temor a drásticas subidas en los precios que podrían impactar en la producción de energía e incluso provocar posibles apagones en algunos países.
La OTAN se resiste a intervenir
La Unión Europea (UE) se sumó ayer a la negativa de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) a establecer una “zona de exclusión aérea” en los cielos de Ucrania, como reclama el presidente Volodimir Zelenski, para frenar la ofensiva rusa.
La razón es que detrás de esa decisión se esconde la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, como advirtió el propio Vladimir Putin, quien el sábado aseveró que Rusia consideraría como “cobeligerante” a cualquier país que intente imponer una zona de exclusión aérea en Ucrania. “Cualquier movimiento en esa dirección sería considerado como una participación en el conflicto armado” por parte del tercer país, aseveró Putin, puesto que crearía “una amenaza contra nuestros militares”.
Horas después, el líder de la UE, Charles Michel, ratificó la negativa del bloque a acceder al pedido de Zelenski por los riesgos que implicaría. Un despliegue de jets de la OTAN, argumentó, podría “ser considerado la entrada de la OTAN en la guerra” y por lo tanto se correría el riesgo de “provocar una Tercera Guerra Mundial”, explicó.
Zelenski había criticado duramente ayer a la OTAN por rehusarse a imponer una zona de exclusión aérea sobre su país: “Todas las personas que mueran a partir de este día también morirán debido a ustedes, debido a su debilidad, debido a su falta de unidad”, advirtió el ucraniano.
Lo cierto es que, al mismo tiempo, se conoció que Estados Unidos trabaja en un acuerdo con Polonia para enviar aviones de guerra a Ucrania. “No puedo hablar de plazos, pero sí puedo decir que trabajamos en ello de forma muy, muy activa”, dijo el secretario de Estado, Antony Blinken.