El presidente de Israel, Isaac Herzog, advirtió ayer que el país se encamina hacia una crisis constitucional por una controvertida reforma del Poder Judicial impulsada por el gobierno derechista de Benjamin Netanyahu, la cual fue rechazada por una masiva movilización.
Netanyahu, ahora en su sexto mandato, busca controlar la Corte Suprema, a la que los miembros de su coalición religioso-nacionalista acusan de extralimitación y elitismo. La legislación propuesta limitaría los fallos del Tribunal Superior en contra de las medidas del gobierno o las leyes parlamentarias de la Knesset, al tiempo que aumentaría la influencia de los políticos sobre la selección de jueces.
En ese marco, la oposición, que realizó protestas en todo el país durante el fin de semana, afirmó además que la reforma paralizaría la independencia judicial, fomentaría la corrupción, retrasaría los derechos de las minorías y privaría a los tribunales de Israel de la credibilidad que ayuda a defenderse de las acusaciones de crímenes de guerra en el extranjero.
“Estamos en medio de un profundo desacuerdo que está destrozando a nuestra nación. Este conflicto me preocupa profundamente”, dijo el presidente en un comunicado.
Herzog, cuyo puesto carece de poderes ejecutivos y está diseñado para unificar a una sociedad israelí a menudo conflictiva, dijo que estaba “trabajando sin parar” con las partes relevantes para promover el diálogo.
“Ahora estoy enfocado en dos roles críticos que creo que tengo como presidente en este momento: evitar una crisis constitucional histórica y detener la ruptura continua dentro de nuestra nación”, afirmó el mandatario.
Cabe recordar que el sábado más de 80.000 personas se reunieron en el centro de Tel Aviv para protestar contra los planes de Netanyahu para reformar el sistema judicial.