La campaña para las elecciones en Brasil vivía anoche, al cierre de esta edición, otro momento álgido con el último debate entre el actual presidente, Jair Bolsonaro, y el ex mandatario Luis Inacio Lula da Silva en busca de los votos de los indecisos para los comicios del domingo, uno de los más polarizados y violentos de la historia del vecino país.
El mandatario ultraconservador busca la reelección con los votos evangélicos y empresariales, pero en los sondeos se ubica bastante por detrás del ex presidente izquierdista, que podría llegar al poder en primera vuelta por tercera vez.
La campaña se desarrolló en un contexto inédito de violencia -que incluso dejó una ola de asesinatos por diferencias políticas- y en un tóxico clima de fake news, expresado en mensajes falsos de encuestas y sondeos, teorías conspirativas sobre el Tribunal Superior Electoral y el rumor de que Lula cerrará iglesias si gana las elecciones –según reveló un estudio de 15.0000 grupos abiertos de Whatsapp-.
Sin embargo, la última encuesta del Instituto Datafolha, revelada anoche, dejó virtualmente a Lula como ganador en primera vuelta, al otorgarle el 50% de los votos válidos contra el 36% del actual mandatario. Como el margen de error es del 2%, Lula podría subir hasta el 52% o bajar hasta el 48% si se confirmara la intención de voto registrada por la encuesta.
“Voy a pacificar el país”, promete Lula, que lleva como candidato a vice a Gerardo Alckmin, ex gobernador de San Pablo y, sobre todo, su rival por la presidencia en el ballottage de 2006; mientras Bolsonaro apuesta a una campaña del miedo bajo la promesa de “impedir la llegada del régimen comunista” a Brasil y la amenaza de un golpe de Estado.