Las autoridades brasileñas investigaban ayer “como un acto terrorista” el ataque con explosivos en la noche del miércoles contra la corte suprema en Brasilia, que encendió las alarmas pocos días antes del inicio de la cumbre del G20, en Río de Janeiro.
La Policía Federal de Brasil investiga las explosiones como “un acto terrorista” e intento de “abolición violenta del estado democrático de derecho”, indicó ayer su director, Andrei Passos Rodrigues. Agregó que “no es un hecho aislado” y que “aún no sabemos la motivación del crimen”.
El cuerpo del hombre que intentó ingresar al Supremo Tribunal Federal (STF) la noche del miércoles con explosivos adheridos fue retirado recién ayer por la mañana, tras pasar la noche tendido en el suelo frente al edificio. Bajo un operativo de seguridad reforzado alrededor de los edificios oficiales en Brasilia, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva mantuvo la agenda que tenía programada.
A su vez, el ex presidente Jair Bolsonaro llamó al “diálogo” y la “pacificación nacional” tras los ataques. “Hago un llamado a todas las corrientes políticas y a los líderes de las instituciones nacionales para que, en este momento de tragedia, den los pasos necesarios para avanzar en la pacificación nacional”, escribió el ex mandatario ultraderechista.
Mientras avanza la investigación, en medio de la conmoción política, algunos datos fueron surgiendo, aunque quedan muchas dudas. La policía lo identificó como Francisco Wanderley Luiz, de 59 años, un ex candidato a concejal por el Partido Liberal de Bolsonaro en las municipales de 2020. La Plaza de los Tres Poderes, que aloja también el palacio presidencial de Planalto, estaba parcialmente vacía en el momento del ataque y el acceso estaba restringido.
“Un ciudadano se aproximó al Supremo Tribunal Federal, intentó entrar, no lo logró y ocurrió la explosión en la puerta”, dijo en conferencia de prensa la gobernadora en funciones de Brasilia, Celina Leao. La policía dijo que el automóvil pertenecía a Wanderley Luiz.