Uno de los tiroteos se produjo cuando un hombre con un fusil abrió fuego en un campus del centro médico St. Francis, en Tusla, Oklahoma (estado del centro-sur de Estados Unidos) y provocó cinco muertos -incluso él mismo- y varios heridos, informaron autoridades.
«Podemos confirmar que cuatro personas fallecieron, incluido el atacante, en el tiroteo», publicó la Policía de Tusla en Twitter.
Horas después, sin embargo, rectificó la cantidad de víctimas fatales: «Ahora tenemos cinco muertos, incluido el atacante», dijo la fuerza en un nuevo mensaje en su cuenta oficial en la misma red social.
«Una escena catastrófica», dijo el sargento Richard Meulenberg, según la televisora CNN y la agencia de noticias ANSA.
El policía agregó: «Un sospechoso fue abatido. No sé en este momento si le disparamos o él mismo se disparó», según la agencia Europa Press.
En tanto, el concejal de Tulsa Jayme Fowler dijo a la emisora local KOTV que el sospechoso se suicidó.
Por su parte, el vocero del Departamento de Bomberos de Tulsa, Andy Little, dijo que «el sospechoso disparó y mató a varias personas».
Little aseguró que al menos una persona fue sacada del hospital con heridas graves y que les dijeron que el atacante «entró con un rifle».
Darin Glodo, del departamento de Policía de Tulsa, dijo que el tiroteo fue en el Natalie Medical Building, un edificio de consultorios médicos del hospital de Saint Francis. La policía revisó todos los pisos del centro médico.
A su vez, al menos una persona resultó herida por disparos de arma de fuego cerca de un supermercado Walmart en Luzeme, en el estado oriental Pensilvania, informaron medios estadounidenses.
La policía había comenzado una persecución para hallar al agresor y el principal sospechoso era un afronorteamericano que usaba una remera azul y blanca.
La policía cerró parte de la autopista estatal 315, en los alrededores de Pittston Township, en el condado de Luzeme, para facilitar la búsqueda.
Estos dos nuevos sucesos se produjeron mientras en Uvalde, Texas, sepultaban a Irma García, una de las dos maestras asesinadas la semana pasada en una masacre en una escuela primaria, que dejó 21 muertos (19 niños y dos docentes).
A esas víctimas se sumó el esposo de Irma, fallecido a los pocos días de un ataque cardíaco.
García, de 48 años, fue una de las personas asesinada por Salvador Ramos, de 18 años que ingresó con un rifle semiautomático a la primaria Robb Elementary el 24 de mayo y desató la masacre.
Los féretros de García y su esposo, cubiertos de flores, fueron llevados a la Iglesia Católica del Sagrado Corazón de la localidad para una misa a la que asistió el secretario de Educación, Miguel Cardona.
«Debemos unirnos como país en contra de este ciclo de violencia sin sentido», escribió el funcionario en un comunicado.
Otras cinco víctimas, entre ellas dos niños, permanecían hospitalizadas hoy en la ciudad de San Antonio, según medios.
Los primeros funerales de los estudiantes muertos en el ataque se realizaron ayer.
Esta tragedia, la última de una epidemia de violencia con armas de fuego en Estados Unidos en los últimos años, provocó llamados desesperados de distintos sectores para que el Congreso apruebe leyes más estrictas sobre la venta y la portación de armas de fuego.
Hoy también acusaron de terrorismo interno a Payton Gendron, el adolescente blanco acusado de matar a tiros a 10 personas durante un ataque racista en un supermercado en Buffalo, estado de Nueva York, el mes pasado.
El de Uvalde fue segundo ataque más letal contra un centro educativo desde el asesinato de 20 niños y seis adultos en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, en 2012.
Sin embargo, tras la matanza de Uvalde, hubo una docena de tiroteos con más de cuatro muertos reportados en todo el país el fin de semana largo del «Memorial Day» (Día de los Caídos).
Según el sitio web Gun Violence Archive, hubo al menos 132 muertes y 329 heridos por armas de fuego en todo el país desde el sábado 28 hasta el lunes 30 por la noche.
En ese contexto, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, analizaba la posibilidad de declarar el estado de emergencia allí debido a la creciente violencia con armas de fuego, según el diario The New York Times.
Los incidentes con armas de fuego en la ciudad se duplicaron entre 2019 y 2021, de 777 a 1.562, y llegaron al número más alto desde 2006.
Desde que asumiera el cargo, el 1 de enero de este año, Adams reforzó la presencia policial en los subtes y reactivó una división antiarmas que había sido clausurada tiempo atrás.
«Esta es la batalla de nuestros tiempos en términos de derechos civiles: debemos afrontar no solo cómo las armas destruyen individuos, sino cómo destruyen la anatomía de nuestras comunidades y de nuestras ciudades», dijo Adams meses atrás.