Tanto hoy como mañana se reúnen en Bruselas los líderes europeos con el temor del avance ruso al resto de continente si Ucrania cae en abril. Desde febrero, desde la Conferencia de Seguridad de Múnich, los llamamientos de altos funcionarios nacionales y dirigentes de las instituciones europeas siguen todos la misma música: la guerra con Rusia no es inevitable, pero es posible y hay que prepararse para ese escenario.
No se trata sólo de Ucrania, Rusia quiere ir más allá, creen los diplomáticos. El canciller europeo, el hispano-argentino Josep Borrell, fue claro con los cancilleres el pasado lunes: Rusia funciona ya en modo economía de guerra y machaca a diario con miles de obuses el frente ucraniano.
Ucrania no tiene ni los hombres ni las armas ni las municiones necesarias para resistir ese ataque en los próximos meses. Si ese frente cede y el presidente ruso Vladimir Putin se ve victorioso querrá ir más allá y la guerra se acercará.
Además, los europeos miran con miedo a Washington, donde los republicanos bloquean por orden de Donald Trump el paquete de ayuda financiera y militar que preparó la Administración Biden. Si además en noviembre gana las presidenciales el magnate, Europa teme que este se desentienda de la seguridad del viejo continente violando así los tratados que obligan a Estados Unidos como miembro de la OTAN.