Con la prensa nacional en contra, un nuevo ministro de Finanzas que rechazó su presupuesto económico y una crisis nacional con corrida sobre la libra, la primera ministra británica y líder del Partido Conservador, Liz Truss, se encuentra en una coyuntura sombría con pocas luces de esperanza en tan solo 41 días de gestión.
El viernes pasado, Truss desvinculó a su ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng. En cambio, asumió el ex ministro de Salud y Relaciones Exteriores, además de candidato a líder conservador en las pasadas elecciones que dieron por ganadora a Truss, Jeremy Hunt.
“Primero vamos a cancelar casi todas las medidas impositivas anunciadas en el presupuesto para el crecimiento. La ayuda energética seguirá durante el invierno hasta abril del año que viene, pero más allá la primera ministra y yo coincidimos que no es responsable exponer a las finanzas públicas a un mercado internacional volátil”, dijo Hunt tras asumir.
El anuncio llevó tranquilidad a los mercados frente al paquete de medidas que había presentado Truss. Entre los cambios, se encuentran: el impuesto a las corporaciones volvió al 25% que había propuesto Rishi Sunak, el ex ministro de finanzas de Boris Johnson; la restitución impositiva del 45% a los más ricos, eliminada para “estimular la inversión”; y la marcha atrás con la reducción del impuesto mínimo que pagan los salarios más bajos.
Uno de los puntos centrales es la crisis energética, acelerada por la guerra en Ucrania. En consonancia, Hunt anunció que “mientras dure el invierno” habrá ayuda energética. De 150 mil millones de libras previstas para un año, se redujeron a poco menos de la mitad: 60 mil millones para seis meses.
Según una encuesta realizada tras el reemplazo de Kwarteg, el segundo ministro que menos duró en el cargo en la historia del país, por Hunt la gran mayoría de los británicos no confía en su líder. El sondeo fue realizado por YouGovEl. Solo uno de cada 10 encuestados tiene una opinión favorable de su primera ministra.
Su popularidad entre los votantes conservadores también cayó: uno de cada cinco (20%) tiene una opinión favorable frente al 71% con opinión desfavorable. En ese sentido, más del 80% de los miembros del Partido Conservador piensan que Truss está haciendo un mal trabajo y el 55 % dice que debería renunciar como líder.
El lunes, la primera ministra dio una conferencia de prensa. Dijo aceptar su responsabilidad y “lamento los errores cometidos”, pero se mostró decidida a seguir en su cargo. Truss puntualizó que quiso “ir muy lejos y muy rápido” y aseguró que seguirá encabezando el Partido Conservador hasta las próximas elecciones, previstas para dentro de dos años, y en las que el opositor Partido Laborista es el gran favorito. Mientras tanto, puertas adentro comenzaron a danzar diversos nombres para sustituirla.