Israel desató ayer su mayor oleada de ataques aéreos en todo Líbano desde que acordó un alto al fuego con Hezbollah la semana pasada, que mataron al menos a 11 personas después de que el grupo político y militar libanés disparara una andanada de proyectiles como advertencia sobre lo que dijo eran violaciones israelíes de la tregua.
Los proyectiles parecían ser la primera agresión de Hezbollah dirigida a las fuerzas israelíes después de que el alto al fuego de 60 días entrara en vigor el miércoles pasado. La tregua, cada vez más frágil, tenía como objetivo poner fin a más de un año de guerra entre Hezbollah e Israel, que forma parte de un conflicto regional más amplio desencadenado por la devastadora guerra entre Israel y Hamás en Gaza.
En ese marco, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, amenazó con que si el alto el fuego en Líbano fracasa, las tropas israelíes “ya no diferenciarán entre Líbano y Hezbollah”.
Durante una visita en el norte de Israel, Katz dijo que Beirut debe “autorizar al ejército libanés a hacer cumplir su parte, a mantener a Hezbollah alejado del río Litani y a desmantelar toda su infraestructura”.
Entre tanto, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró en una reunión con su Gabinete de Gobierno que el alto el fuego con la milicia libanesa “no es el final de la guerra”.
Netanyahu reiteró que su objetivo es permitir el regreso de los residentes del norte de Israel a sus hogares y “rehabilitar el norte”, y que, para ello, Israel actuará “ante cualquier violación de lo pactado, sea menor o mayor”.