El número de trabajadores inmigrantes en Estados Unidos cayó en 1,2 millones entre enero y julio, de acuerdo con datos preliminares de la Oficina del Censo analizados por el Pew Research Center, lo que refleja el efecto de las políticas migratorias impulsadas por el presidente Donald Trump.
La cifra incluye tanto a residentes legales como a personas sin documentos y se produce en un contexto de fuerte desaceleración del flujo migratorio. Aunque Trump asegura que su enfoque está dirigido a deportar a “delincuentes peligrosos”, la mayoría de los detenidos por el ICE no posee antecedentes penales. Paralelamente, los cruces fronterizos ilegales descendieron de forma significativa.
Según Oxford Economics, la inmigración neta caerá a 500.000 personas anualizadas hacia fin de año y se mantendrá en ese nivel hasta 2028. Los inmigrantes representan casi el 20% de la fuerza laboral estadounidense y concentran su presencia en sectores como agricultura, construcción y servicios, donde superan el 40% en algunos casos.
Los analistas advierten que esta disminución podría agravar la escasez de mano de obra, ya que la mayoría de los inmigrantes se encuentra en la llamada “edad laboral óptima” (25 a 54 años) y suelen trasladarse a los estados con mayor demanda laboral. Sin embargo, regiones con alta proporción de indocumentados, como Luisiana, Florida y Nueva York, ya registran descensos más marcados en su fuerza laboral extranjera.
El impacto comienza a sentirse en la contratación, entre mayo y julio, el empleo en nómina creció en promedio 35.000 puestos al mes, frente a los 123.000 de los primeros cuatro meses del año.
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