El Senado de Francia aprobó ayer el artículo del cuestionado proyecto gubernamental de reforma previsional destinado a aumentar de 62 a 64 años la edad mínima para jubilarse. La iniciativa tuvo 201 votos a favor y 115 en contra, aunque para entrar en vigencia debe ser consensuada por las dos cámaras del Parlamento, para lo que hay plazo legal hasta el 26 del corriente mes.
El proyecto, alentado por el gobierno del presidente Emmanuel Macron, postula que la edad de jubilación se eleve progresivamente, a razón de tres meses por año, a partir del 1 de septiembre de 2023. De ese modo, el requisito de los 64 años cobrará vigencia solo en 2030.
Paralelamente, la iniciativa propone que para obtener un haber jubilatorio competo, sin descuentos, el período de aportes exigido aumente de 42 a 43 años, a razón de un trimestre por año hasta 2027. Cabe mencionar que dos de cada tres franceses se oponen a la reforma, según diversas encuestas, así como las principales organizaciones sindicales, que desde el 19 de enero realizaron seis jornadas de huelga general y multitudinarias protestas callejeras.
En ese sentido, el transporte ferroviario y aéreo de Francia seguirá afectado durante el fin de semana por el movimiento social contra la reforma. La autoridad del transporte aéreo pidió a las aerolíneas anular un 20% de sus vuelos del sábado y el domingo, a causa de un paro de controladores. Por su parte, la empresa nacional ferroviaria SNCF anunció “fuertes perturbaciones” en su red, que deberían prolongarse por todo el fin de semana. En las conexiones internacionales, funcionarán dos de cada tres trenes Eurostar (París-Londres), un tercio de las habituales con Italia y un cuarto de los enlaces con España. También se prevé una fuerte reducción de los trenes de cercanía en la región de París.
La sexta jornada de protestas contra la reforma de las pensiones, el último martes, paralizó amplios sectores de la segunda economía de la Unión Europea (UE) y logró una movilización récord de 1.280.000 de manifestantes, según las autoridades, y 3.500.000, según la central gremial CGT.
Macron, que impulsó esta reforma jubilatoria contra viento y marea, pone en esta pulseada una parte importante de su crédito político, después que la pandemia le obligara a abandonar una anterior reforma durante su primer mandato, marcado además por la protesta social de los “chalecos amarillos”.