El helicóptero que transportaba al presidente iraní, Ebrahim Raisi, y a su ministro de Relaciones Exteriores se estrelló ayer mientras cruzaba un terreno montañoso en medio de una densa niebla en su regreso de una visita a la frontera con Azerbaiyán.
El vicepresidente ejecutivo de Irán, Mohsen Mansouri, dijo en la televisión estatal que “se mantuvo un contacto telefónico con uno de los pasajeros y un miembro de la tripulación del helicóptero que tuvo que realizar un ‘aterrizaje forzoso’ en el que viajaba el presidente Ebrahim Raisi y algunos funcionarios”. Lo cierto es que, al cierre de esta edición, ni el helicóptero ni ninguno de los cuerpos de los viajeros había sido encontrado.
Algunos canales de televisión modificaron su programación para seguir la difícil evolución de las labores de rescate, y búsqueda del aparato, desaparecido en la provincia de Azerbaiyán Oriental. Las cadenas difundían imágenes de la búsqueda, en medio de una espesa neblina, junto con otras de fieles orando en varias mezquitas, especialmente en la ciudad santa de Mashhad, en el este, de donde es oriundo Raisi.
El ministro del Interior, Ahmad Vahidi, explicó que la larga espera se debía a las complicadas condiciones en las que se desarrolla la búsqueda, en “una zona con mucha pendiente y boscosa”, “bajo una fuerte lluvia” y con “una visibilidad muy limitada”.
La principal autoridad de la República Islámica, el ayatolá Ali Jamenei, instó a los iraníes a “orar” y a esperar “que Dios devuelva al presidente y a sus compañeros a los brazos de la nación”. “El pueblo iraní no debe preocuparse, no habrá ninguna perturbación” en el país, afirmó el guía supremo.
Raisi había estado en Azerbaiján el domingo temprano para inaugurar una represa junto con el presidente de ese país, Ilham Aliyev.