La ofensiva militar entre Israel e Irán sumó este lunes un nuevo capítulo de máxima tensión. En el 11° día de hostilidades, Israel desplegó una serie de bombardeos dirigidos al cuartel general de la Guardia Revolucionaria en Teherán, la prisión de Evin, donde están detenidos opositores al régimen iraní, y las rutas de acceso a la planta nuclear de Fordow. Como respuesta, Irán disparó una nueva oleada de misiles contra el sur israelí, generando apagones y daños materiales.
El vocero militar israelí, Effie Defrin, confirmó que más de 50 aviones y 100 municiones fueron utilizados para atacar posiciones clave en la capital iraní. Según precisó, los bombardeos buscan dañar las estructuras militares y de seguridad interna del régimen, incluyendo los centros de comando de la Guardia Revolucionaria y la milicia Basij.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, calificó la operación como una ofensiva de «fuerza sin precedentes» y confirmó que uno de los objetivos principales fue la prisión de Evin, conocida por alojar a disidentes políticos. Además, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguraron que las rutas hacia la instalación nuclear de Fordow fueron atacadas con el fin de bloquear el acceso, días después de que Estados Unidos bombardeara esa planta junto a las de Natanz e Isfahán.
En paralelo, Irán lanzó varios misiles hacia el sur de Israel, causando cortes de electricidad en unas 8.000 viviendas durante aproximadamente una hora. El ministro de Energía israelí, Eli Cohen, confirmó los daños, mientras que el Mando del Frente Interior informó que algunos de los misiles llevaban ojivas de racimo, lo que incrementa el riesgo de destrucción extendida. Según el servicio de emergencias israelí Magen David Adom (MDA), los ataques no provocaron víctimas fatales.
El ataque se produjo después de la ofensiva estadounidense del sábado, que, según la Casa Blanca, destruyó por completo tres instalaciones nucleares iraníes. La secretaria de prensa Karoline Leavitt ratificó la efectividad del bombardeo.
En el plano internacional, las reacciones fueron mixtas. Rusia, a través del presidente Vladimir Putin, rechazó las agresiones contra Irán y cuestionó su justificación. Australia, por su parte, respaldó a Estados Unidos y defendió las acciones para impedir que Irán acceda a armamento nuclear.
Varios países latinoamericanos, entre ellos Brasil, Uruguay, México, Cuba y las naciones del ALBA, condenaron los bombardeos de Israel y Estados Unidos, denunciando una violación a la soberanía iraní. España, en tanto, adelantó que pedirá a la Unión Europea suspender un acuerdo histórico de cooperación con Israel y avanzar en un embargo de armas.
Desde Bruselas, la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, advirtió que un posible cierre del estratégico Estrecho de Ormuz por parte de Irán sería «extremadamente peligroso» y profundizaría la crisis global.
La situación en Medio Oriente sigue en un estado de alta tensión, mientras los llamados internacionales a detener la escalada militar parecen, por ahora, sin efecto.