Frente a la ola de contagios desatada por la nueva variante de coronavirus y en vistas de que sus efectos sobre la salud podrían ser menos graves, cada vez son más los gobiernos del mundo que deciden disminuir los días de aislamiento de los enfermos y sus contactos.
Reino Unido, Francia, España, Suiza y Estados Unidos, son algunos ejemplos en ese sendero. La reducción del tiempo en cuarentena no es igual para todos, pero en todos los casos la medida está condicionada a que la persona infectada no debe presentar síntomas al momento del alta.
Los gobiernos tienen dos temores, por un lado que el sistema sanitario se vea afectado por los contagios ya que, a pesar de que las internaciones se vieron reducidas por la vacunación y porque la nueva variante cuenta con una proporción de hospitalizados por infectados menor respecto a otras cepas, Ómicrom podría poner en jaque la presencia de los trabajadores de la salud en sus puestos laborales.
Este fue uno de los argumentos que dio el presidente español, Pedro Sánchez, para bajar los días de aislamiento. Por otro lado, el cambio de reglas es una respuesta al temor a la parálisis de la producción y la economía, un ejemplo de esta parálisis puede observarse en lo sucedido la semana pasada en EE.UU., cuando miles de vuelos debieron ser cancelados porque los trabajadores de las aerolíneas estaban en aislamiento por contacto con personas infectadas.
La misma problemática tuvo lugar en el Reino Unido, cuando semanas atrás las líneas de subterráneos se vieron obligadas a cerrar por falta de personal. Inclusive con la reducción de la cuarentena ya en vigencia, el primer ministro británico, Boris Johnson, consideró una posibilidad la ausencia del 25% de la administración pública nacional la próxima semana.