La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a todos los Gobiernos que implementen aislamientos de 14 días para las personas con tests positivos de Covid-19, a contramano de la tendencia de reducción a 7 días que muchos países están tomando.
Además, desde el organismo reiteraron la importancia de conseguir lo antes posible que el 70% de la población mundial esté vacunada para evitar que se produzcan nuevas variantes del coronavirus, algo que se establece como una crítica a las políticas de inoculaciones de refuerzo que concentran la vacunación en los países con mayor desarrollo y rezaga a los territorios más pobres, como el continente africano.
En una conferencia de prensa el martes por la noche en Ginebra, Suiza, el epidemiólogo de la OMS, Abdi Mahamud, también advirtió que los países no pueden “acelerar” su salida de la pandemia mientras la variante Ómicrom siga propagándose con la misma “intensidad” que la Delta.
Estos dichos coinciden con las cifras récords de contagios que varios Estados alrededor del mundo, entre ellos el Reino Unido, Francia e Italia, reportaron ese día. Aunque la estrategia europea no es homogénea, si cuentan con un común denominador: la reticencia a adoptar medidas restrictivas de la circulación.
En este sentido, no llama la atención que en el día de ayer las autoridades británicas anunciaran una relajación de las restricciones a los viajeros que llegan a Inglaterra desde el extranjero, a pesar de la “presión extrema” sobre el sistema sanitario admitida por el mismo Gobierno.
La estrategia francesa es diferente, han librado una batalla en el Parlamento para la aprobación del pasaporte sanitario, paralizado por el rechazo de la ultraderecha que se opone al proyecto que el gobierno de Emmanuel Macron, considera fundamental. Tal es su convicción sobre esta política, que en el día de ayer el presidente declaró: “A los no vacunados, realmente los quiero fastidiar. Esa es la estrategia”.
Por su parte, luego de dos días consecutivos de récord en contagios, Italia decretó ayer la vacunación obligatoria para los mayores de 50 años y, desde el 10 de enero, el país entrará en una especie de toque de queda para los no vacunados, que no podrán viajar en transporte público, ir a restaurantes o alojarse en hoteles.