El pasado lunes, un adolescente de 13 años apuñaló a un alumno y a cuatro profesores en la escuela pública Tomaia Montoro, en el barrio de Vila Sônia de San Pablo, Brasil. Una de las profesoras, Elisabeth Tenreiro, murió a causa de las heridas. Este es el noveno ataque violento en una escuela brasileña desde agosto de 2022.
En este lamentable marco y según un informe del Instituto Locomotiva, más de dos tercios de la comunidad escolar de San Pablo temen episodios de violencia. Los profesores se quejan de la ausencia de una política de prevención de la violencia en las escuelas.
“Es necesario un amplio movimiento de toda la sociedad para construir una cultura de paz”, señaló Renato Meirelles, presidente del Instituto Locomotora, que añadió también que “son necesarias inversiones humanas y tecnológicas para prevenir y tratar la violencia, empezando por las escuelas suburbanas”.
Desde agosto de 2022, las escuelas brasileñas han sido atacadas más de una vez al mes, según un estudio de las universidades brasileñas Unicamp y Unesp. Con 22 ataques desde 2002, un promedio de uno cada dos años, las cifras han cambiado drásticamente. en los últimos ocho meses.
Las más vulnerables y en peligro son las escuelas públicas de los suburbios. Los sindicatos llevan tiempo denunciando el abandono de estas instituciones. Para la Asociación de Docentes del Estado de São Paulo (APEOSP), «las escuelas tienen escasez de personal, no hay control policial alrededor del edificio y, lo más importante, no hay una política de prevención que involucre a toda la comunidad escolar».
Además, los colegios públicos de los suburbios son los más vulnerables, y los sindicatos denuncian la falta de personal, la ausencia de control policial y la falta de políticas de prevención.
Cabe remarcar por otro lado que la pandemia ha amplificado la angustia psicológica de los adolescentes, y la inseguridad económica y los conflictos familiares han tenido un impacto en ellos. Además, el aislamiento forzado ha aumentado el tiempo que pasan en Internet, lo que les permite navegar por sitios extremistas donde la violencia es lenguaje y objetivo.
La campaña a favor del uso civil de las armas, que ha sido uno de los caballos de batalla del gobierno de Bolsonaro, tampoco ha ayudado. Las armas registradas se han triplicado en tres años, según estimaciones del Instituto Sou da Paz.
En este marco, el director para América Latina del Centro Simon Wiesenthal, Ariel Gelblung, ha declarado que durante el gobierno de Bolsonaro ha habido un aumento de grupos neonazis en Brasil, similar a lo que sucedió en Estados Unidos durante el mandato de Donald Trump.
Bolsonaro ha recibido a Beatrix von Storch, vicepresidenta del partido ultraderechista alemán AfD, cuyos miembros han sido acusados de simpatizar con el nazismo. Aunque Brasil ha tomado medidas serias contra la negación del Holocausto, el informe del Observatorio Judío de Derechos Humanos de Brasil indica que se ha registrado una denuncia de antisemitismo por semana entre junio de 2020 y julio de 2022.
Además, la apertura de Bolsonaro hacia Irán ha generado preocupación debido a los atentados perpetrados por Irán contra la comunidad judía en América Latina. En cuanto a la violencia juvenil, el reciente ataque en una escuela en San Pablo ha sido el noveno desde agosto de 2022.
Los expertos señalan la necesidad de bajar el tono de la polarización política, limitar la difusión de las armas, difundir la cultura y enseñar la historia para abordar la raíz del problema. La falta de políticas de prevención en las escuelas, la angustia psicológica amplificada por la pandemia y el aumento del tiempo que pasan los adolescentes en Internet, donde pueden encontrarse sitios extremistas, son algunos de los factores que contribuyen a la violencia juvenil en Brasil.