Rusia volvió a bombardear ayer la ciudad de Odesa, en el sur de Ucrania, aunque buena parte de la ofensiva se mantiene concentrada en el este, incluyendo la gigantesca planta de acero Avoztal en Mariupol, donde todavía quedan “más de 1.000” militares locales resistiendo, muchos de ellos heridos. A la vez, Estados Unidos denunció que Moscú plantea un conflicto de largo alcance en Ucrania, que podría extenderse a Moldavia.
El Gobierno ucraniano confirmó ayer que en la planta del Avoztal no quedan más civiles, al salir al cruce de informaciones dadas a conocer por funcionarios locales, a la vez que afirmó que los rusos mantienen sus ataques a la acería y al mismo tiempo “continúan preparando operaciones ofensivas en las regiones de Liman y Severodonetsk” en el Donbass, la región de mayoría separatista en el este.
Cientos de civiles escondidos durante semanas con los combatientes fueron evacuados en los últimos días de la enorme planta de fabricación de acero de Mariupol en un operativo comandado por Naciones Unidas y ya no queda ninguno en su interior, afirmó la vicepremier, Irina Vereshchuk. Pero más de 1.000 militares ucranianos, entre ellos “centenares de heridos”, permanecen en la acería, agregó.
El Ministerio de Defensa ruso anunció además la toma de Popasna, en el norte del Donbass, con lo que las fuerzas rusas y prorrusas pudieron llegar a la frontera administrativa entre Lugansk y Donetsk, dos zonas separatistas que el Kremlin reivindica como independientes. Además, se registraron siete bombardeos en la región meridional de Odesa, que provocaron al menos un muerto y cinco heridos, en un ataque que coincidió con la visita del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Por otra parte, autoridades ucranianas informaron del hallazgo de decenas de cadáveres de soldados rusos abandonados por sus propias tropas en un vagón refrigerado en Kiev.
En este contexto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aceleró ayer el envío de armamento a Ucrania con base en una ley dictada en la Segunda Guerra Mundial para ayudar a los aliados norteamericanos a derrotar a la Alemania nazi. Biden firmó el decreto en la Casa Blanca y ratificó que impulsará en el Congreso la aprobación rápida de 33.000 millones de dólares adicionales para apoyar a Ucrania.
Extender la guerra a Transnistria
Los servicios de inteligencia estadounidenses alertaron ayer que el presidente ruso, Vladimir Putin, no tiene la intención de poner fin a la guerra de Ucrania con la campaña de Donbass y quiere extenderla hacia Transnistria, una región de Moldavia que se separó en 1990.
“Putin se está preparando para un conflicto largo en Ucrania, durante el cual todavía tiene la intención de lograr objetivos más allá de Donbass”, declaró la directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, quien estimó que “quiere extender el puente terrestre (en el sur de Ucrania) a Transnistria”.
Sin embargo, la funcionaria consideró que las ambiciones de Putin superan las capacidades del Ejército ruso, lo que “probablemente significa que en los próximos meses evolucionaremos por una trayectoria más impredecible y potencialmente una escalada”, agregó.
Preocupación por los crímenes de guerra
La Misión de Vigilancia de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania expresó su “preocupación” por las violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional que documentaron en Ucrania, cometidos tanto por las tropas rusas como por las ucranianas.
“Hasta la fecha hemos corroborado 7.061 bajas civiles, con 3.381 muertos y 3.680 heridos en todo el país desde el inicio del ataque armado de la Federación Rusa. Las cifras reales son más altas y estamos trabajando para corroborar cada incidente”, aseveró la jefa de la misión, Matilda Bogner, quien relató que “hemos recibido información fidedigna sobre torturas, malos tratos y detención en régimen de incomunicación por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania de prisioneros de guerra pertenecientes a las Fuerzas Armadas rusas y grupos armados afiliados”.