La pequeña isla italiana de Lampedusa recibió en los últimos tres días a unos 10.000 migrantes que arribaron en embarcaciones desde el norte de África, el equivalente a toda la población local, lo que hizo colapsar el centro de acogida local.
Ese lugar, con capacidad para menos de 400 personas, se vio desbordado por hombres, mujeres y niños obligados a dormir fuera en camas de plástico improvisadas y muchos envueltos en mantas de supervivencia.
El buen tiempo propició las llegadas a las costas italianas en los últimos días. Más de 5.000 personas llegaron al país el martes y casi 3.000 el miércoles, sumadas a unas 2.000 de ayer, según datos del Ministerio del Interior. En esa línea, Matteo Villa, del grupo de reflexión ISPI, expresó que el número de llegadas en 72 horas es un “récord absoluto”. En tanto, el presidente de la Cruz Roja italiana que gestiona el centro de acogida de Lampedusa, Rosario Valastro, aseguró que hacen “lo imposible, y más que lo imposible”.
El municipio declaró el estado de emergencia local y ayer estallaron tensiones mientras la Cruz Roja distribuía comida, obligando a la policía a intervenir. Localizada a unos 145 kilómetros de la costa de Túnez, Lampedusa es el uno de los puntos de escala para los migrantes que cruzan el Mediterráneo.
El miércoles, algunos jóvenes fueron al centro histórico de Lampedusa, y varios dijeron que estaban hambrientos, pero pocos tenían dinero y algunos restaurantes los rechazaron. Otros establecimientos les ofrecieron comida gratis, o habitantes y turistas se la pagaron. La mayoría de los migrantes son rescatados de sus frágiles embarcaciones en el mar por los guardacostas, que los llevan al puerto de Lampedusa, pero muchos no llegan tan lejos. Más de 2.000 personas murieron en lo que va del año cruzando entre el norte de África e Italia y Malta, según la agencia de la ONU para las migraciones.
Italia exige un plan a la ONU y al G20
El ministro de Exteriores y vicepresidente del Gobierno italiano, Antonio Tajani, reclamó ayer a la ONU y al G-20 un plan internacional para contener la presión migratoria que está poniendo en jaque las redes de acogida del país.
El alcalde de Lampedusa, Filippo Mannino, decretó ayer el estado de emergencia, después de contemplar una manifestación de un grupo de ciudadanos frente al Ayuntamiento. Aunque en la práctica esta fórmula adoptada por la administración local implica pocos cambios, es una forma de presionar al Gobierno central.
En ese marco, Mannino también reclamó a Roma que ponga en marcha una operación de rescate con barcos en el Mediterráneo, como se hizo en el pasado, para distribuir a los migrantes hacia otros puertos y evitar que todos los desembarcos se produzcan en Lampedusa. “Este es un territorio pequeño que no puede hacer frente a todas estas personas que piden ayuda”, declaró.