Una pregunta recurrente en el mundo del vino es si degustar, tomar, beber o catar esta bebida son lo mismo, es decir, si son sinónimos. La respuesta es concreta: no, en absoluto.
Ahora bien, los términos que mayormente se usan como sinónimos son tomar y beber, aunque debemos aclarar que sólo se bebe el líquido, y que tomar significaría que tomamos con nuestras manos algo sólido para beber el líquido. Por lo tanto, no lo son.
En el caso de catar y degustar también son términos que utilizamos como sinónimos pero de manera incorrecta. La acción de catar se relaciona con el análisis técnico sensorial de las cualidades organolépticas del vino y su calidad. En cambio, degustar se relaciona con beber un vino en un ámbito donde la copa hace relación al buen momento que estamos pasando, o compartiendo, es decir, que la estamos pasando muy bien.
A su vez, la cata de vinos cuenta con, al menos, tres pasos.
El primero de ellos es la fase visual. Una vez servido el vino en la copa hasta la línea del ecuador de la misma, pasamos a verificar el color del vino, el cual deber variar según los distintos tipos de vinos, ya sean blanco, tintos, rosados, espumantes y demás variaciones de la bebida, donde también cuenta si son jóvenes, reserva, gran reserva o las variantes que pueda tener las categorizaciones según la reglamentación de cada país.
En esta etapa lo principal es saber qué tipo de vino vamos a catar para saber qué elementos deberíamos encontrar. La observación del color, brillo y turbidez debe realizarse sobre un fondo blanco e inclinando la copa (que debe ser transparente y lisa) en un ángulo de unos 55 a 60 grados. Así, si no notamos nada extraño pasamos a la segunda fase.
Se trata de la fase aromática e implica acercarnos la copa a la nariz para percibir los aromas del vino. Una vez identificados, sobre una base suave, debemos girar en círculos la copa para que el vino se oxigene y logre así desprender (o no) los aromas secundarios y o terciarios (comúnmente llamado bouquet). Vale aclarar que los aromas terciarios mayormente están relacionados con vinos de altísima gama y de guarda. Luego de su oxigenación, pondremos la copa frente a nuestra nariz para verificar o no si han variado los aromas, puede que sí y puede que no, o que no los hayamos detectado.
Una vez superada esta etapa, no habiendo visto nada extraño en la fase uno y no reconociendo olores indeseables en la segunda fase, pasamos a la tercera y última.
En esta fase, la gustativa, debemos probar el líquido elemento. Lo haremos colocando dentro de la boca un pequeño sorbo de vino. El objetivo es que se humedezca bien la lengua, y que llevemos la bebida de mejilla a mejilla, para poder detectar su dulzor, su amargor, su astringencia, su alcohol y su textura.
En esta oportunidad debemos intentar apreciar si los gustos en boca se relacionan con sus aromas en la fase anterior, los cuales pueden ser similares o no. Todo dependerá de muchos factores, que iremos aprendiendo con el correr del tiempo y en distintas notas.
Hasta acá las tres fases básicas para la cata. Luego muchos educadores del mundo del vino dirán que existe el retrogusto para verificar sus caudalias y percepción general del líquido catado. Para ello habrá que esperar la próxima entrega. Mientras tanto, invito a los lectores a visitar el portal cosechatardiavinos.com.ar, que incluye una tienda con más de 700 etiquetas de vinos boutique y de pequeños productores; como así también cristalería, regalería y mucho más. Hay descuentos especiales para los lectores de HOY DÍA CÓRDOBA. ¡Hasta la próxima!