Ni más ni menos los que gobiernan hoy Argentina –y los que no– coinciden que el papa es peronista. No tiene por qué negarlo Francisco. Después de todo, su misión está más allá de su identificación ideológica. Más sublime la iglesia se preocupa por la dignidad terrenal del hombre moderno, desde las Encíclicas de León XIII pasando por Juan XXIII hasta las del papa Francisco. En coincidencia, a tenor de las advertencias del ex jefe del Área Económica del FMI Raghurman Rajan, es hora que el liberalismo, y nuestros émulos nativos, pongan las barbas en remojo. Palabras, si no se supiera de quien vienen, que suenan a populismo. Ideal para la histeria de algún irascible como Javier Milei. Afirma Rajan que “el capitalismo está bajo una seria amenaza”. Y más allá de reiteradas fórmulas de salvataje – bajo los mil rostros neoliberales en que se recicla cada tanto- asombran sus argumentos. Dice Rajan que ha dejado de “proveer para las masas” (¿lo hizo alguna vez?) y cuando suceda se rebelarán contra el capitalismo”. Antes advirtió que los negocios financieros han creado una “mayor probabilidad de un colapso catastrófico”.
Ni más ni menos es lo que sostiene Francisco en Oecomicae et pecuniariae quaestiones, bregando por una “economía de producción priorizando la economía real y neutralizando la depredación especulativa. ¡El dinero debe servir y no gobernar!”. Ambas posturas -las de Rajan y Francisco- son desestimadas por la patria financiera global. Sus argumentos coinciden con los de personalidades disímiles en tiempo y lugar. Me refiero a Keynes, Perón y Frederich List economista alemán de fines del Siglo 19 propulsor de un capitalismo nacional y maestro de Scalabrini Ortiz. La crisis recurrente de la económica global da razón a Rajan. “Pienso que el capitalismo está bajo una seria amenaza porque ha dejado de satisfacer las necesidades de muchos, y cuando eso sucede, se producirán muchas revueltas”. Sus pronósticos agoreros lo llevan a afirmar “que ello puede suceder más temprano que tarde”.
Ni más ni menos es la ontología de la economía social del peronismo inspirada en el documento La Comunidad Organizada, del cual se cumplen este 2019 setenta años. ¿Por qué el nexo? Rajan en su libro “El Tercer Pilar: cómo los mercados y el estado dejan la comunidad atrás”, advierte sobre los defectos del capitalismo. El rol de la comunidad –dígase sociedad civil, tercer sector o ciudadanía– ya fue señalado en las encíclicas de la iglesia. Potenciar la demanda interna fue la respuesta transgresora de Keynes ante un capitalismo naufragante con la crisis de los años treinta.
Ni más ni menos que. ante el oprobio de la desigualdad en la Argentina actual, Rajan enfatiza que los gobiernos ya no pueden darse el lujo de ignorar la desigualdad social poniendo énfasis en la educación. Según Rajan “las comunidades que se ven afectadas por la globalización del comercio y de la información tienden a tener escuelas en mal estado, con aumento de la delincuencia y enfermedades sociales. No pueden preparar a sus miembros para la economía global”. Una pintura de nuestros jóvenes ‘nini’ (ni estudian ni trabajan) sobre todo en las clases pobres.
Ni más ni menos que un capitalismo en crisis. Rajan resalta su debilidad de no brindar igualdad de oportunidades aunque piensa que todavía puede salvarse. ¿Cómo? “Lo que se necesita es un equilibrio. Hay que mejorar las oportunidades” sostiene, tal cual coinciden muchos pensadores y expertos imbuidos de un modelo nacional y solidario.
Ni más ni menos, como cuando Jesús perdió credibilidad en la última cena. Cuenta un chiste que al anunciar a sus apóstoles su pronta llegada al seno de Dios padre, todos le creyeron. Lo mismo cuando dijo que uno de ellos lo traicionaría. Pero lo tildaron de loco cuando pronosticó que en 2.000 años habría un papa peronista. ¿Por qué no en la burocracia de los organismos financieros internacionales?.