Según el último informe de Naciones Unidas, a escala mundial el número de migrantes internacionales ascendió en el 2019 a 272 millones de personas, lo que da muestra de un incremento de 51 millones con respecto al 2010. La significación de estos datos se magnifica al considerar que en los últimos años las migraciones internacionales han crecido de manera más acelerada que los índices de población mundial.
Razón por la cual los flujos migratorios vigentes a escala internacional, posicionan a este tema como uno de los más trascendentes del vigésimo año del siglo XXI dado que en esta realidad confluyen los intereses de los países que receptan a la mayor cantidad de migrantes con los de aquellas personas que por distintos motivos deciden irse de su país de nacimiento.
¿Por qué este tema es de gran relevancia actual? Su importancia radica en el análisis que los estudiosos en la materia hacen sobre cómo inciden los flujos migratorios en el desarrollo y la economía. Por tal motivo las políticas públicas orientadas a acelerar o desacelerar la movilidad de personas es la llave de entrada al crecimiento del mañana. Como es conocido, las regiones que mayor recepción de migrantes han tenido en los últimos años son Europa con 82 millones de personas y América del Norte que ha acogido a 59 millones.
Frente a ello, tampoco se desconoce que ambos territorios han endurecido sus políticas de recepción de migrantes. En el caso de Estados Unidos, la extensión del muro fronterizo contra México, concluirá este año con 3819 km y ha puesto nuevas trabas a las solicitudes de asilo de países centroamericanos.
Por su parte, países de la Unión Europea como España, Francia y Alemania han endurecido sus políticas migratorias para detener los flujos provenientes de África y Medio Oriente.
Ahora bien, ello no implica que estos países cierren sus fronteras para todo aquel que quiera ingresar, puesto que también hay una realidad pujante y es que dado que la pirámide poblacional esta invertida, y que las tasas de natalidad se han reducido considerablemente, el único incremento poblacional viene dado por la inmigración. Frente a ello claro está que la inmigración deseada es la calificada, basada principalmente en un sistema de puntos que se basa en el nivel de inglés de los aspirantes, la formación académica, el estado civil, en caso de ser casados, saber si sus parejas tienen la misma formación.
En este contexto Argentina, hoy en día vuelve a enfrentar una coyuntura cada vez más complicada para la gestión de las políticas migratorias si se analiza la tasa de inmigrantes y se la compara con aquellas personas que han decidido emigrar hacia otros territorios. Hoy el 4,9% de la población nacional ha migrado a este territorio. El 80% de ellos proviene de países sudamericanos y actualmente se ha registrado el ingreso de 165.688 venezolanos. Lo que lleva a que 1 de cada 13 trabajadores provienen de otro país, lo cual es un dato llamativo si se tiene en cuenta que hoy más del 10% de la población activa está desocupada.
Para reflexionar aún más sobre la incidencia de este tema en Argentina, no hay que dejar de lado que si bien es un país con una gran acogida a los hermanos sudamericanos, también es uno de los países con mayor emigración del sur de nuestro continente. ¿Quiénes se van? Los profesionales altamente calificados que representan entre un 2 y un 3% de la población nativa. Y de aquellos que se quedan, un 80% afirma que si tuviera la posibilidad se iría.
Frente a la realidad internacional que da muestra de un incremento de los flujos migratorios, considerando que la tasa de natalidad de los países desarrollados se encuentra cada vez más comprometida, teniendo en cuenta que las crisis sociales y humanitarias en diferentes lugares del mundo empujan muchas veces a que las personas tomen la decisión de abandonar su país en busca de mejores oportunidades, y sin perder de vista que Argentina siempre ha sido una alternativa dentro de Sudamérica para quienes migran en busca de nuevos horizontes, cabe preguntarse porque para los residentes nacionales calificados, capaz de ser los protagonistas de un cambio productivo, el quedarse no es una opción que permita el progreso.
Orientar las políticas públicas para detener el éxodo de los recursos calificados, son la llave para mantener la llama encendida de que alguna vez argentina podrá ser y mantener la condición de país desarrollado.