Asimetrías y cooperación en la pandemia

Asimetrías y cooperación en la pandemia

En diciembre de 2019, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – Cepal publica su Balance Preliminar de las Economías de la región, y proyecta un crecimiento económico para el 2020 del 1,3%. 

Este informe se publicó prácticamente de manera simultánea con los primeros comunicados oficiales chinos sobre la aparición, en la ciudad de Wuhan, de 44 casos de una neumonía atípica, que de manera inédita llevó a que, un día antes de la festividad del año nuevo chino, el 23 de enero, se produjera un cierre total de una de las ciudades industriales más importantes ubicadas al centro de China: una megalópolis de 11 millones de habitantes.

Desde aquel momento y en adelante, todas las proyecciones sobre el nuevo año cambiaron radicalmente; tanto para los proyectos individuales, como para las proyecciones nacionales y también así las regionales e internacionales. De modo fugaz, y con un efecto dominó sin precedentes, este virus se extendió de una manera única en la historia producto de la globalización y sus externalidades.

La globalización, en sí misma, fue un proceso que acentuó las asimetrías existentes desde los procesos de colonización, que luego se encontraron avalados por las teorías clásicas de la macroeconomía, que naturalizaban la división internacional del trabajo. 

Dentro del continente americano, Estados Unidos resurgió y cambió su destino tras su victoriosa intervención en la primera Guerra Mundial, y logró consagrarse como héroe internacional luego de la segunda. A pesar de ser y pertenecer al mismo continente de aquellos países a los cuales se les había asignado la producción de materias primas, y que desde ese momento hasta mediados del siglo XX no habían podido cambiar su dependencia con los países de centro occidental, el pronóstico con el nuevo régimen internacional propuesto por Estados Unidos de América no fue diferente.

Las organizaciones de Bretton Woods impuestas tras las finalización de la Guerra y lideradas por Estados Unidos no trabajaron para lograr un mundo más justo y equitativo, sino más bien utilizaron la nueva institucionalidad internacional, a la cual casi todos los países del mundo suscribían, para acentuar aún más las asimetrías. Si bien el centro del poder se desplazó territorialmente, lejos de buscar fortalecer un nuevo continente, buscó aumentar la disparidad.

En pleno auge de la globalización y del avance de las telecomunicaciones, aparece una nueva reconfiguración del poder territorial, que presenta a la cooperación como el camino indicado para posicionarse con mayor altura en las negociaciones internacionales; así surgen distintos procesos de integración en América latina, que nuclean a los Estados que la conforman. Sin embargo, las mezquindades propias de países algo mejor posicionados que sus vecinos hicieron que estas instancias no alcanzaran, hasta el día de hoy, un desarrollo homogéneo entre los países de la región de América del Sur, en vistas a consolidar una subregión capaz de alcanzar un estadio sostenido que terminara con las asimetrías, tenazmente sostenidas desde el descubrimiento y la europeización de estas tierras.

Pareciera que dentro de los mismos países que conforman la región latinoamericana no existiese un interés nacional por lograr un bienestar general, puesto que eso atentaría de manera directa con la premisa básica del crecimiento personal: ¿cómo puede un individuo progresar en una sociedad basada en la igualdad?

Y es en esta contradicción básica, entre el ser individual y su necesidad social, donde radica la respuesta a la real capacidad de lograr una sociedad, una región, un continente y un mundo en el cual prevalezcan los valores de la justicia y la equidad por sobre los de la mezquindad y la asimetría.

Tras la aparición del virus covid-19, mucha literatura se ha publicado sobre el valor que tiene la economía en una sociedad y sobre cuál está al servicio de quién. Repensar si la economía busca realmente un bienestar general, o si es la sociedad la que trabaja en aras del bienestar de la economía, quizás sea la discusión teórica que permita dilucidar cuál es el paciente cero” de las asimetrías que hoy atentan contra la vida de millones de personas.

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