HOY DÍA CÓRDOBA dialogó con Zeno Leoni, académico del Departamento de Estudios de Defensa del King’s College, de Londres, y miembro del Lau China Institute sobre las confrontaciones de China y las vinculaciones del gigante asiático con Latinoamérica y Europa.
– ¿Cómo definirías la relación entre EEUU y China?
– Las relaciones EEUU-China están actualmente estancadas en una competencia estructural entre grandes potencias. Los orígenes de esta confrontación tienen 50 años, cuando Kissinger y Nixon se encontraron con Mao. Querían poner a China de su lado, pero también direccionar el mercado para expandir la globalización. Este fue el comienzo del retroceso, tanto para China como para Occidente, y haciendo esto EEUU desató a su mayor rival sistemático. Irónicamente, una relación que comenzó en la guerra fría terminó en una nueva guerra fría. Sin embargo, se trata de una situación muy diferente. En mis investigaciones recientes, con Geraint Hughes, nosotros sostenemos que esta es una nueva guerra fría por dos razones. Por un lado, los EEUU y China están confrontándose uno a otro sobre una multitud de asuntos globales. Esta tensión está teniendo un grave impacto sobre los aliados de EEUU en Occidente. Por otro lado, debido al modo en el cual la gran estrategia estadounidense ha operado desde finales de la segunda Guerra Mundial, EEUU y China están actualmente atrapados en un dilema, donde uno necesita del otro para prosperar: cada uno es el mejor amigo, y el peor enemigo, del otro; y al mismo tiempo ellos son el obstáculo de su contraparte para lograr mantener la primacía económica tecnológica y militar.
– ¿Es posible hablar del ascenso de China como la próxima potencia hegemónica que desplace a EEUU?
– Esta es claramente una competencia hegemónica. EEUU ha identificado desde 2011 -con el pivote de Obama en Asia- y más tarde en las estrategias de seguridad nacional de Obama, Trump y Biden, que China es su principal amenaza. En particular, EEUU cree que, si pierde su primacía tecnológica, su hegemonía militar y económica global menguará y el modo de vida de su sociedad se verá negativamente afectado. En forma similar, las elites chinas creen que para volverse un país socialista moderno” China necesita desarrollar tecnología de vanguardia y ser líder mundial, de lo contrario no será capaz de competir con las grandes potencias. Ahora mismo EEUU está declinando. y China está en ascenso. Claramente, desde el viaje de Kissinger el balance ha cambiado a favor de China. Sin embargo, no está claro todavía si China logrará su dominio.
Por un lado, el mundo occidental se ha vuelto enormemente cauteloso, mientras que EEUU ha organizado una alianza de contención en el Indo-Pacifico, conocida como Dialogo de Seguridad Cuadrilateral”. Por otro lado, China está enfrentando un dilema entre la necesidad de mayor apertura de su mercado a la economía global y sus intereses personales para mantener el poder político. Una sólida y resiliente burocracia comunista que no está dispuesta a negociar ha representado la receta del éxito chino dado que ha permitido a Beijing perseguir sus intereses en vez de ceder ante los de otras naciones. Sin embargo, en los años entrantes esta tensión entre los intereses económicos y de seguridad será difícil de manejar.
– ¿Consideras a China como un mejor socio económico y político estratégico para América Latina?
– Basada en la experiencia de otras regiones y en la historia, pienso que cuando un país o una región trata con alguna gran potencia, debe ser cuidadoso. Las grandes potencias tienden a negociar en base a sus propios términos, y utilizan la fuerza para lograr sus intereses nacionales. En última instancia, las negociaciones comerciales, como cualquier otra negociación, son relaciones de poder, donde el más fuerte puede imponer su voluntad. Desde mi punto de vista, América Latina debería tener una directriz común cuando se involucra con China, o con EEUU, para tener lo mejor de ambos, pero también el poder de decir no” cuando estas grandes potencias propongan inversiones que no sean convenientes para la mayoría de sus países y su gente. Estamos moviéndonos hacia un mundo multipolar, con grandes jugadores, y la única oportunidad para sobrevivir es uniéndose con aliados regionales.
– ¿Cómo caracterizarías la relación China-Reino Unido desde una perspectiva comparativa con la Unión Europea?
– En Occidente no hay una diferencia dramática entre las políticas nacionales hacia China. Para ser preciso, los EEUU, como hemos visto en el G7, está tomando a China con mayor rudeza que Reino Unido y la UE. Desde este punto de vista, las políticas de Gran Bretaña y la UE son similares, condenan el autoritarismo chino, pero no intentan por el momento interrumpir los negocios.