Postergar la decisión de regular la inteligencia artificial (IA) sería quedar expuestos en Argentina y la región a un futuro de consecuencias desconocidas hasta hoy. ¿Ahora bien, en 2025 se avanzará en esta materia?
Cerca nuestro Brasil avanza con un proyecto, que establece una serie de reglas para los sistemas de inteligencia artificial públicos y comerciales, la creación de un ente regulador y multas millonarias por incumplimiento. Su relator, el senador Eduardo Gomes dijo que «este proyecto no es de izquierda ni de derecha, es de la humanidad». Pero representantes del sector informático advirtieron en una carta que la propuesta «puede hacer inviable el desarrollo de IA en Brasil».
En el caso de la Comunidad Europea (CE), ellos ya sancionaron este año la primera ley a nivel mundial, complementándola con reglamentaciones especiales para la protección de datos.
Podríamos ir en línea con Brasil o tal vez con los valores de las normas europeas, como lo viene diciendo la colombiana Alexandra Pinto Castellanos, quien estudió en Stanford, hoy establecida en Holanda y fundadora de Hoursec, empresa que apunta al mercado de la computación cuántica.
Esta experimentada emprendedora manifestó que: «Yo quería hacer una empresa cuando era joven. Pero al mismo tiempo, había muchos aspectos del espíritu empresarial que no me gustaban en EE.UU”.
“Al contrario de lo que todo el mundo se queja, creo que realmente necesitamos esas normas y preocupaciones sobre la privacidad para que la IA no se descontrole», añadió Pinto Castellanos.
La IA es una herramienta en constante evolución que puede ser utilizada para beneficiar o perjudicar a la sociedad. Es importante ser conscientes de los riesgos y beneficios y asegurar que se utilice de manera responsable y ética. Ya estamos siendo testigos de su fuerte incidencia en los rubros del entretenimiento y las comunicaciones a nivel global. Pero existen otras áreas mucho más sensibles.
Se hace necesario comprender que es una tecnología diseñada para realizar tareas específicas con impacto directo en las comunidades, de tal manera que su uso y aplicación pueden tener consecuencias no deseadas. Tal es así que la misma inteligencia artificial de Meta, al ser consultada, en sus respuestas considera que se podrían causar daños, tanto directos como indirectos.
Riesgos directos
La IA puede procesar y analizar rápidamente grandes cantidades de datos personales, lo que puede comprometer la privacidad y seguridad de personas y empresas.
Puede perpetuar sesgos y discriminación si se entrena con datos sesgados o si se diseña con un enfoque sesgado.
La automatización y la IA pueden reemplazar ciertos empleos, lo que puede afectar la estabilidad laboral y económica de múltiples sectores.
Riesgos indirectos
La inteligencia artificial puede ser utilizada para crear tecnologías adictivas, como juegos o aplicaciones de redes sociales, que pueden afectar la salud mental y física.
Otro riesgo es que puede ser utilizada para crear y difundir desinformación y propaganda, lo que puede afectar la percepción de la realidad y la toma de decisiones.
La IA puede tener un impacto significativo en la sociedad, como la creación de una brecha digital entre aquellos que tienen acceso a la tecnología y aquellos que no.
Ante tales riesgos planteados por Meta AI, la misma contempla algunas precauciones y soluciones. En primer término apela a la educación y conciencia, importantes para estar informado sobre los riesgos y beneficios de la IA y tomar medidas para proteger la privacidad y seguridad. Aunque también considera fundamental que se establezcan regulaciones y normas éticas para el desarrollo y uso de la IA.
Por el lado de los desarrolladores, éstos deberían priorizar la responsabilidad y la ética en el diseño y desarrollo de sus sistemas, por sus propias prácticas o ajustándose a normativas. No está de más decir que ya les está generando dinero y obviamente poder; esperemos que también responsabilidad.
Este año tomamos real dimensión de las posibilidades que brinda la IA, que implica ingresar a una nueva etapa dentro de la revolución tecnológica que estamos viviendo. No se trata de abrir un exaltado debate de los extremos; es la pura realidad del sistema público-privado. Está en cada uno y en todos, tomar la debida conciencia de hacia dónde podemos ir, y qué estamos dispuestos a hacer para no padecer daños colaterales.
Como conclusión: hay que crear normas a nivel del Mercosur en materia de inteligencia artificial para que se proteja a los seres humanos pero a la vez sin desincentivar la innovación. Es una historia que la conocemos bien: sin controles y con un río revuelto (intereses + desinformación), las innovaciones tecnológicas fomentan la sobreexplotación y el incremento de la desigualdad que solo terminan dando grandes ganancias a unos pocos.