Según Malamud, Argentina estuvo invitada hasta 1930, pero luego el Reino Unido en su decadencia optó por los países de la Comunidad Británica de Naciones, por lo que quedó librada a su propia suerte. Esta nueva alianza con EE.UU. sería una nueva invitación al desarrollo.
Es interesante ese punto de vista histórico, pero asimilar sin más la situación actual de Argentina con aquellas experiencias, sin un análisis más profundo de las circunstancias y decisiones que habrían producido el inicio de un proceso de desarrollo es al menos aventurado. Veamos.
Las preguntas que surgen son: ¿Cuál era la situación del país dominante?, ¿Cuán firme y prolongada fue esa decisión? (o sea ¿fue una política de Estado más allá de los sucesivos gobiernos?), ¿Cómo actuaron los países beneficiados?
En los casos mencionados, los países dominantes eran verdaderos líderes, sin los cuestionamientos actuales del mundo multipolar y cuando uno declinó –Reino Unido-, el otro –EEUU- tomó la posta con esos países e incluyó otros.
Sus decisiones fueron firmes y duraderas en las sucesivas administraciones, que como políticas de estado beneficiaron a aquellas naciones que los acompañaron en los conflictos geopolíticos -Segunda Guerra Mundial y Guerra de Corea-.
Los países beneficiados, promovieron, impulsaron y avanzaron en un proceso de industrialización y defensa de la producción nacional con desarrollo de infraestructura y sin endeudamiento, que provocó un desarrollo más rápido y sólido, apoyado por una balanza superavitaria con el país dominante.
La situación actual de Argentina parece ser diametralmente opuesta a estas tres condiciones y/o decisiones.
EE.UU. ya no es el país dominante absoluto que solía ser. Por el contrario su liderazgo está seriamente cuestionado en lo geopolítico, económico, tecnológico e inclusive militar.
Esa decadencia ha generado múltiples conflictos con el partido opositor y algunos aliados al gobierno de Trump que se revela en el Shutdown –cierre del gobierno por ausencia de la aprobación del presupuesto-, el resultado de las recientes elecciones –Nueva York, Nueva Jersey, Virginia, California y Colorado- y la caída de su imagen, convirtiéndolo en el Presidente con menor valoración de las últimas décadas, a menos de un año del inicio de su mandato.
En cuanto a la firmeza y alcance de la decisión de “invitación”, es evidente que por ser un país competitivo con el nuestro, EE.UU. no ha mostrado disposición a generar una balanza comercial que nos favorezca.
Todo lo contrario, son paradigmáticos los reclamos de productores de granos (soja) respecto de la “ayuda” a nuestro país que eliminó por 72 horas las retenciones y produjo una avalancha de compras de China, reemplazando la que le compraba a los EE.UU. y el reciente acuerdo entre Washington y Pekín hizo que ésta reanudara sus compras de granos.
Sin embargo, podemos pensar que por razones geopolíticas –en su conflicto con China- es posible que ambos partidos coincidan en cooptar a Argentina, pero de un modo más parecido a lo que ocurrió con los países africanos o latinoamericanos.
O sea apropiación de recursos naturales, freno al desarrollo industrial, a la producción agropecuaria, al desarrollo nuclear y tecnológico, etc. –que son competitivas con las de EEUU- y cooperación militar en el sur que complete el dominio total de la OTAN en la zona –desde Malvinas y/o Tierra del Fuego-.
En cuanto a las decisiones de nuestro gobierno, es claro que consiente sin objeciones y promueve o provoca todo lo mencionado en el párrafo anterior, contrariando lo que hicieron los países que tuvieron éxito en el desarrollo por invitación.
Podemos mencionar entre ellas, la misma China o Corea del Sur que impuso a las familias controlantes de los “chaebols” -grandes conglomerados empresariales como Samsung, Hyundai y LG- un plan de desarrollo dirigido, con fuerte protección e inversión en educación, igual que en Taiwán.
Sin embargo en estos días, estos últimos dos casos están sufriendo grandes presiones para trasladar a EE.UU. la producción de sus grandes empresas, restando inversiones en sus propios países a cambio de sostener ayuda militar pagada por ellos mismos para protegerse de Corea del Norte o China. Muy poco para sostener el desarrollo alcanzado.
Cabe entonces una pregunta retórica (o sea que no requiere respuesta, porque es obvia). Si el dominio estadounidense ya no es el que tuvo cuando impulsó desarrollo por invitación; si su consenso interno está lejos de sostener un apoyo sistemático y prolongado a Argentina; si las políticas de nuestro país son opuestas a las que tuvieron los países que lograron desarrollo por invitación ¿Qué posibilidades tenemos que la hipótesis de Malamud -y el título de esta nota- sean una alternativa verosímil?









