Ha impactado la noticia sobre una decisión del papa Francisco sobre una obra católica muy influyente, el Opus Dei. Hoy está formada por alrededor de 90.000 personas y unos 2.300 sacerdotes. La Obra de Dios (o el Opus Dei) es un grupo católico que nace en España, en 1928 y que tendrá en su fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), una figura central en su desarrollo. Durante los años del franquismo en España la mayoría apoyará explícitamente a ese tipo de régimen político–religioso. Numerosas personas formadas en sus filas serán parte del gobierno de Franco y nutrirán ministerios y cuadros estatales.
El Opus formó a miles de personas desde un catolicismo intransigente, profundamente anticomunista y de fuerte reafirmación identitaria de una catolicidad defensora de los “amenazados” valores “occidentales y cristianos”. En el caso del Opus, se trata de un catolicismo burgués, con fuerte acento en una férrea moral sexual y familiar de valores conservadores, junto a una mirada liberal y meritocrática de la economía y defensa de la propiedad privada.
En el mundo católico se destacan, históricamente, las órdenes mendicantes con sus ascetismos intramundanos (especialmente franciscanas), las monásticas con su ascetismos extramundanos (especialmente benedictinas) y las insertas intelectualmente, con sus ascetismos racionalizados (especialmente jesuitas y dominicos). En ese marco, las y los integrantes del Opus Dei son “recién llegados”. Viven en un ascetismo racionalizado espiritual y económicamente.
La llegada primero al papado de Juan Pablo II en 1979 y luego de Benedicto XVI en 2005 marcan, en ese sentido, una inflexión. Para estos papas hay una profunda crisis fruto de los “excesos” de los que se “politizaron” e “idelogizaron”. Hay que prohibir y condenar más que comprender. Se insiste en el poder sacerdotal de lo sagrado del varón, célibe y misógino. Las mujeres, dicen una y otra vez esos papas, no tienen espacio en el ámbito de lo sagrado. Las mujeres son subsidiarias de los varones. Se busca rehacer y reformular identidades católicas de certezas, de verdades y luchar contra lo que llaman “relativismos”, “nihilismos” y “excesiva politización y presencia en lo popular”. En esa etapa, las viejas órdenes religiosas ya no tienen espacio. Es necesario acudir y apoyar a lo que se llama los “nuevos movimientos religiosos”, que –se decía y se apoyaba- volverán a imponer un “sano y verdadero orden cristiano”.
Experiencias como los Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, Grupos de oración carismáticos, Nuevo catecumenados y similares ocupan, entonces, el espacio católico. Entre ellos se destaca un movimiento a nivel internacional: el Opus Dei.
El Opus aparece con nuevas relaciones con Roma, los bancos vaticanos incluyen a economistas y financistas formados en esa organización, y se amplía su inserción en las iglesias locales de España y de América Latina con nombramientos de obispos pertenecientes a ese grupo. Una situación similar se da con los Legionarios de Cristo y su líder Marcial Maciel, vinculado a sectores económicos poderosos de México y enfrentado a toda reforma. Rápidamente, tiene “relaciones carnales” con el papado y el Vaticano.
En 1982, y como fruto de este devenir, el papa Juan Pablo II toma una decisión sin precedentes en los últimos siglos. Decide que una orden religiosa tendrá el privilegio único de ser un espacio personal del papado para acompañarlo en esta nueva tarea de “reafirmar certezas e identidades”, y dispone que quien la dirija ya no será simple sacerdote, sino que tendrá el título de prelado y será nombrado obispo.
Nace así, en 1982, por decisión de Krol Wojtyla la primera y única prelatura personal, el Opus Dei. Los miles de sacerdotes del Opus Dei no deben responder, así, a las autoridades locales sino al prelado/obispo. Este nombramiento produce un hecho que conmociona a toda la iglesia, en especial al resto de las órdenes y congregaciones religiosas, que sienten que hay una traición al carisma de autonomía de esas instituciones.
En 1992, diez años después de la creación de la Prelatura personal, Josemaria Escrivá de Balaguer, es nombrado beato, y el 6 de octubre de 2002 es nombrado santo por Juan Pablo II.
Ahora, en un camino de modificar privilegios, el actual papa Francisco, con una carta personal, fechada el 14 de julio de 2022, haya decidido que a partir del 4 de agosto se transfieran las competencias de la Prelatura del Opus Dei del antiguo lugar de los obispos al lugar del clero, y establece que el que dirige al Opus Dei ya no puede formar parte de la jerarquía episcopal. Esto significa que los 2.300 sacerdotes del Opus deben responder a la autoridad del obispo local. O sea, como ocurría hasta antes de 1982 y como en la actualidad lo hacen la totalidad de las ordenes católicas.
Además, ahora el Opus deberá presentar un informe económico anual. El prelado del Opus, Fernando Ocáriz, se abstuvo de criticar la decisión papal. Pero esta acción sobre el Opus Dei muestra lo que hoy está sucediendo en la iglesia en relación a organizaciones que habían tomado poder, a veces sin ningún control. Con esta acción, el papa Francisco elimina el privilegio de la única prelatura personal que existía y el Opus Dei pasa a ser una orden más, que debe hacer públicos sus bienes económicos y procedimientos. Se trata, también, de una desacralización de su excepcionalidad.