Los movimientos de Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro generaron enorme revuelo, en especial entre los radicales cordobeses, y en buena medida ese era el plan del gobernador. La propuesta de listas cruzadas en octubre pegó fuerte en las aspiraciones de varios pero los que conocen de cerca este tipo de operaciones saben que, más que buscar materializaciones concretas, intentan consumir la energía de los adversarios y distraerlos todo el tiempo que puedan.
Desde la Casa Radical muestran como razones para el enojo la alianza que Juan Schiaretti tejió con el “pullarismo” con vistas a la elección constituyente que le podría garantizar la reelección al actual mandatario. Pero es otra la intención del santafesino porque más que tratar de sumar los votos que le acercaría el ex gobernador, lo que pretende es que no arme por afuera con algún rival de peso. “Es poco lo que le agrega Schiaretti, pero es más incómodo desairar y decirle que no” razonaba un funcionario provincial.
Pero lo que no ignora Llaryora -y trata de imitar- es que su par muestra un músculo político y una iniciativa envidiable que ya logró impulsar la reforma constitucional y obtuvo amplia autonomía en la balcanizada interna radical nacional.
También obtuvo una enorme exposición en su feudo con su pelea contra Mercado Libre y Marcos Galperín que lo acusó de subir los impuestos a las transacciones en su plataforma. El gobernador lo mandó a blanquear 40.000 operaciones que no pagaban ingresos brutos y pudo sortear el poder cancelatorio con el que Galperín goza en las redes, donde suele ser muy agresivo a tono con el modelo libertario. “Con Santa Fe, no” lo saldó Pullaro.
Nadie confía en Juez
Luego del paso de Macri por Córdoba dos referentes del PRO local se quedaron con una lista de tareas a cumplir: Henry Blas Leis deberá normalizar el partido y Soher El Sukaría comenzó a pasar facturas y empezó por el senador Luis Juez, a quién la concejal en uso de licencia cruzó fuerte en las redes. Así fue como el ex presidente confirmó lo que muchos le susurraban al oído allá por el 2015: “es poco fiel y no cumple los acuerdos”. Ya es tarde para corregir, pero con su proverbial capacidad destructiva Macri aspira a bloquearlo todo lo que pueda.
Quienes tampoco confían en Juez son los libertarios, que no lo quieren cerca de sus armados locales a pesar de su relación personal con Milei. El diputado Gabriel Bornoroni aspira a construir la lista de octubre junto a Menem y Karina con una sola premisa y es buscar “puros” que garanticen lealtad absoluta y es algo que creen que el senador no ofrece.
En el mismo sentido una lista con De Loredo a la cabeza no convence, porque la explicación que ofrecen sintetiza la lógica del armado puro: “De Loredo y Juez tienen aspiraciones personales y necesitamos gente que trabaje por las ideas de la libertad y no por su propio proyecto. Aquello es casta”, resumen.
Al rescate de Passerini
El intendente viene cayendo en las encuestas desde que comenzó a transitar su gestión. Muchos factores explican esa debacle como la quita total de subsidios al transporte que la Muni tuvo que empezar a poner a razón de casi 10.000 millones por mes. Además, tuvo que empezar a pagar -y de contado- deuda en dólares que tomó Ramón Mestre en su segundo mandato y que Llaryora como intendente refinanció por cuatro años más. Passerini nada dijo de esa herencia que le dejó su antecesor inmediato en el cargo y esperó una ayuda por esa disciplina.
Por eso la provincia activó el plan de rescate de la gestión comunal que incluye 5.000 millones para un plan de bacheo de calles que casi no tuvieron mantenimiento durante dos años. También reforzará trabajos en reparación y recambio de luminarias y acciones en seguridad que figuran al tope de las demandas de los ciudadanos de capital.
El auxilio tiene razones políticas y electorales bien calculadas y giran alrededor de las encuestas. El intendente caía en cada ronda de sondeos, pero en los últimos meses parece haber encadenado un efecto arrastre sobre el gobernador. Esto encendió las alarmas en torno al Panal porque empiezan a ver en riesgo el capital político acumulado en la ciudad de Córdoba en la anterior gestión y que aportó buena parte de los votos de la diferencia de 64.000 sufragios que le valieron la ajustada victoria a Llaryora en 2023.
El gobernador entiende que si quiere tener futuro político en 2027 en una eventual reelección deberá contener al electorado de la capital y salvar la gestión hasta ahora opaca de Daniel Passerini.
Mientras los planes de grandes obras que el gobierno provincial quiere para apuntalar su propia administración parecen alejarse al ritmo de la crisis local y mundial. El costo político de votar el acuerdo con el FMI se unía a la regularización de los mercados internacionales de crédito. Pero a las turbulencias locales se suma el derrumbe de los mercados y el riesgo país se situó ayer en 960 puntos y a ese nivel sería ruinoso intentar obtener dólares para obras o para refinanciar deuda.
“Sólo entre 300 y 400 puntos se puede obtener una tasa razonable, cerca de los 1.000 es imposible” decía un economista. Si se le suma la guerra de aranceles declarada por Trump con todo el mundo parece improbable que el panorama se despeje en el corto plazo. “Será hora de hacer con lo que tenemos” decía un funcionario provincial con resignación.