Presencialidad plena, pero también de plena salud educativa
Sr. Director:
Me hago eco de la nota publicada por el colega docente David Voloj el lunes 7 titulada “Antes de empezar”.
Básicamente Voloj, Profesor de Lengua, se pregunta si este tercer año de clases en contexto de pandemia va a venir cargado de la misma sobredosis de planificación y evaluaciones a través de la carga virtual impuesta a las nuevas modalidades por el Ministerio de Educación.
Lo cierto es que en un año como el anterior, lleno de cambios vertiginosos donde lo presencial por “burbujas” se volvió virtual y luego lo bimodal se convirtió en presencialidad plena, las y los docentes, además de tener que adaptarnos a dichos cambios -entre los vaivenes de la pandemia-, hemos tenido que sufrir las inclemencias de estas decisiones arbitrarias que no tuvieron resultados pedagógicos sino una inusitada sobre-exigencia para cada profesor…
Por ejemplo (y en este caso las materias troncales Lengua, Matemática e Inglés fueron la excepción), los docentes de Música o Educación Artística tuvimos que coordinar con los de Educación Física para completar los (absurdos) promedios “compartidos” entre esas materias que, según la normativa provincial, juntas conformaron el área de “Taller de Expresión”.
En este maremágnum de conciliar notas con el docente de la “nueva área”, el profe de Música también tuvo que adaptar su programa y contenidos a las restricciones de, por ejemplo, no poder tocar instrumentos didácticos como la flauta, la melódica o la armónica; sumado a la ineficacia de canturrear detrás de un barbijo en aulas de puertas y ventanas abiertas siempre en contacto con todo tipo de ruidos.
Es hora de que materias justamente tan expresivas como artes y educación física, fundamentales para las chicas y chicos en estos tiempos de barbijo y de restricciones sociales ocupen, de una vez por todas, el lugar de importancia y de autonomía que merecen en el currículum escolar.
Un tal Platón ya se refirió sobre esto en la Antigüedad cuando trató la evolución del individuo hacia la virtud, desarrollando ciertas competencias a través la inteligencia corporal y musical donde ritmo, melodía y armonía, propulsaran la salud mental y espiritual de la sociedad en su conjunto.
Y para terminar, volver a las aulas con el postulado de presencialidad plena para el alumnado, sí, pero para ser plena y efectiva esta tan cacareada presencialidad habrá de estar acompañada por la salud plena, psíquica y emocional, de los mismos docentes que somos la “tracción a sangre” de este -por ahora- no tan saludable sistema educativo.
Fernando Gabriel Zabalza, Profesor de Música
De eso no se habla
Sr. Director:
Escribo para adherir a la nota del doctor Miguel Rodríguez Villafañe publicada ayer acerca de nuestra deuda externa bajo el título «Haití, San Martín y la deuda externa odiosa». Excelente desde el punto de vista histórico como conceptual.
Pero por estos lados hay «fuerzas» que impiden que alguien exponga claramente las cosas, que se puedan tratar en recintos Públicos como en nuestras Cámaras de representantes, o cuando aparece el tema por algún valiente que alzó su voz, la ignorancia, el desinterés, y la indiferencia lo termina transformando en la nada misma.
Cabe recordar que, durante el gobierno de Alfonsín, el ingeniero Olmos elaboró un informe del estudio pormenorizado que hizo sobre la deuda contraída por el Proceso Militar, llegando a la conclusión sobre su carácter de odiosa, ilegal, y ya amortizada con pagos de intereses usurarios. La respuesta fue la ignorancia y el vacío que le hicieron los legisladores además de un proceso penal en su contra desde el mismo presidente. Pasaron los años y ya muerto él, lo retoma su hijo junto a Mario Cafiero, muerto también, durante la “era K”, igual suerte corren, nadie trata el tema, a nadie le parece importarle, hablan a las paredes, tanto oficialistas K como la oposición toda, excepto algunos que se hicieron eco en la causa como el legislador Pablo Lozano y Pino Solanas.
La triste conclusión es que pareciera ser que de estos temas «no se habla». Tema Tabú si los hay, hablar de deuda externa incumbe nada más ni nada menos que la soberanía de nuestra Nación y nuestra independencia económica, apenas eso.
Como agregado respecto a la «llamada letra chica», en la era del menemato y ante la firma de un crédito con el BID, el giro del dinero quedaba condicionado a la aceptación -entre varios puntos- a la reforma educativa que consistía en una baja presupuestaria, en la eliminación de las escuelas técnicas, en la adopción de un plan educativo ya fracasado en España y la provincialización de algunas escuelas como el Alejandro Carbó en Córdoba. El final de la historia ya se sabe, fue feliz para Menem y Mestre, que no dudaron en aceptar las condiciones; parece ser que eran las llaves para ingresar al Primer Mundo, para el resto del pueblo ya sabemos cómo está la educación.
Saludo atentamente, Daniel E. Etchemendy