El sistema de salud cordobés sigue en crisis. La frase aparece como remate de conversaciones en diferentes ámbitos: prestadores privados, responsables de obras sociales o prepagas y también gestores hospitalarios o financiadores estatales. No hay grieta cuando se habla del asunto.
Profundizamos. Cambiando impresiones con empresarios del sector, es recurrente la queja. En un país con inflación alta, sin posibilidad de formar precios, cobrando a 90 días de plazo (con valores desactualizados desde el origen), la ecuación no es factible. En las obras sociales se escucha que las coberturas de prestaciones por discapacidad, medicamentos (no sólo los de “alto costo y baja incidencia”), tratamientos complejos, más los millonarios amparos judiciales (que como decía un reconocido juez federal ya fallecido, son “fierros calientes” para los cuales los magistrados nunca están suficientemente preparados) no dejan camino posible. Si uno conversa con funcionarios del ministerio de Salud, concluirá en que por más que aumente la participación del PBI en el rubro, dada la creciente cantidad población atendida (por multiplicarse mes a mes los pobres y brindar las obras sociales servicios muy deficientes) las prestaciones nunca alcanzan. La misma percepción se tiene en la Municipalidad de Córdoba.
La no tan sorpresiva protesta de los empleados de salud provinciales, mostró (otra vez) la falta de reflejos del Panal. Tras los gravísimo escándalos, aún bajo investigación judicial, del “médico trucho” riocuartense en la pandemia y las más recientes muertes de bebés en el Hospital Materno Neonatal (rodeada de fallas en la gestión que también se investigan en sede penal), la nominación de Gabriela Barbás, una bioquímica de sencillos antecedentes repartidos entre el estatal Laboratorio Central y un área ministerial de programas sanitarios preventivos, generó malestar en el sector (asociaciones profesionales, responsables de servicios, facultades de medicina, propietarios de clínicas privadas), considerándolo como una subestimación gubernamental del problema.
La traumática salida del ministro Cardozo, sus secretarios Carvajal y Gauto, y otros funcionarios, no fue superada por Barbás, dado su escaso volumen político (y el de sus colaboradores). El reclamo inicial de los médicos del Hospital Regional de Río Cuarto, cuentan quienes estuvieron cerca de la ministra, fue analizado como si se tratara de aquel meteorito que en la reciente película “No mires arriba” se acercaba a la Tierra sin esperanza posible de conjura.
Tras el impacto, la conmoción en el Pizzurno fue total, compartiendo con el Panal estremecimientos y orfandad de soluciones. Un viejo referente provincial, el médico, legislador y ex ministro del área Francisco Fortuna, debió hacerse cargo de las negociaciones, incluso intercediendo para que el doctor Eduardo Caminos, director del Hospital Córdoba (nave insignia del sistema público) no renunciara y se desatara el desborde absoluto.
Personas comunes, hartas del destrato, que no están sindicalizadas ni creen en los enquistados delegados gremiales que conduce José Pihen, dieron una pelea real y legítima La Provincia, viciada por la mansedumbre habitual de la prensa, los sindicatos, el círculo rojo local e incluso la oposición, no supo cómo responder.
Efecto dominó
La crisis desatada se irradió al sector privado, donde empleados y residentes siguen reclamando equiparaciones diversas, generando preocupación en los distintos sanatorios. El foco de las quejas estuvo puesto en el secretario Sergio Metrebian (segundo de Barbás), a quien se reprochan límites para contener. El crítico más implacable es su hermano Juan, dueño de un importante grupo de salud local. Puede desencadenarse un efecto dominó aún mayor: en el Palacio 6 de Julio prestaron especial atención al asunto, cuando en medio del conflicto arreciaron reclamos de monotributistas y empleados de nosocomios municipales.
Los reclamos por aumentos salariales no terminaron en la Provincia, incluyendo al SEP que ahora exige igual trato que los reclamantes no afiliados a ningún gremio. Tampoco están bien las cosas en el Apross. Los retrasos y la fragmentación en los pagos, generaron fuertes reclamos en instituciones privadas que amenazaron con cortar servicios. Presionado, su presidente Nicolás Carvajal, poco propenso al diálogo (y dicen los que saben que cuando dialoga es mejor perderlo que encontrarlo), prometió aumentos. Calmó por unos días las aguas, pero todavía no hay definiciones. ¿Y el Panal? Está entretenido por otro asunto, también vinculado al Apross: una insólita interna derivada por la implementación de un nuevo sistema de facturación que generó problemas con prestadores y empleados, desplazados éstos por dos empresas externas que calculan el valor de las prestaciones, sin generar confiabilidad. Mientras tanto, los afiliados esperan.
Fortuna ha propuesto una reforma a la ley del equipo de salud (7.625). Desde hace años, tanto en el Ministerio de Salud como en la Legislatura, surgieron propuestas que el Ejecutivo no consideró. Se dice que el actual legislador, retomó el plan del ex gobernador Mestre: la procura de médicos “full time”, planteada también en un borrador que Cardozo, meses antes de renunciar, habría mostrado en algunos despachos importantes.
En el Panal, creen que el fondo de recupero generado por los hospitales (lo que el Ministerio recobra de pacientes que poseen obra social), que ha crecido mucho en los últimos años, podría pagar consultas para mejorar la productividad. No parece sencillo implementarlo sin un profundo cambio cultural.
Entre tanto torbellino fue convocado a opinar Rodolfo Rodríguez, un añejo consejero del gobernador Schiaretti y la senadora Vigo, actualmente a cargo del Instituto del Investigación y Planificación Sanitaria del ministerio, ex secretario de Salud de Raúl Alfonsín, gestor de otras reformas, entre ellas la creación del Apross (que presidió por mucho tiempo). Dos de la “vieja guardia”, Fortuna y Rodríguez, vistiéndose de bomberos, para buscar las respuestas pendientes.
Procurar un camino de salida se hace imperioso. Lo implora la población mal atendida, lo necesitan los protagonistas de un sistema exhausto y lo requiere la política. Hace algunos años, el ex gobernador Mestre encontró en problemas parecidos duras resistencias que primero lo extraviaron en su huella, y después, lo empujaron a la derrota electoral.