Mal de “peques” y no tanto, la crisis de abastecimiento de figuritas Panini para completar el álbum del Mundial 2022 se transformó en un asunto de Estado. La codicia de unos, la picardía de otros, la vulnerabilidad de los de siempre y la imprevisión de quienes deben resolver los problemas (o anticiparlos para que no ocurran) reflejan, como pocas imágenes de la vida cotidiana nacional, la profunda anomia que nos arrasa.
Y en el despacho más importante del Panal, no hay forma de llenar el álbum. El gobernador, como nunca antes, en sus tres mandatos, debe relanzar una gestión hoy cuestionada.
Allá por 2007-2011, sus dos últimos años fueron inmejorables. Apenas sexagenario, el temperamental “gringo” tenía con qué. Sobraban cuadros con jerarquía, sin desmarcarse de la presencia de José Manuel de la Sota y actores con peso propio en sus distritos y en la vida partidaria.
De vuelta en el cargo, Juan se reconcentró en su núcleo más duro. Ya lo poseía en su primera gestión, pero desde 2015, cada vez más se habló de “nosotros” y “ellos” (en ese orden) dentro del gabinete. La vieja guardia se fue retirando, algunos estacionados en la Legislatura, otros (pocos) en algunas carteras periféricas, mientras la relación con De la Sota era fría y, en la elección de 2017, éste rehusaba encabezar la boleta de candidatos a legisladores nacionales (falleciendo en plena construcción de un proyecto nacional). La orgánica reflejó estas tensiones y, para cubrirla, la mesa chica apuntaló a decenas de leales a Juan y “la Ale” (Vigo).
Muchos de estos dirigentes se consolidarían en la gestión iniciada en 2019, donde el gabinete siguió creciendo en cantidad, cada vez más poblado por personajes cuya única experiencia estaba representada por algún tiempo de trabajo para el Estado provincial, con el peronismo gobernando.
Dicen algunos (con el diario del lunes) que el fuerte impulso de la obra pública hizo al segundo mandato schiarettista ampliamente valorado por la ciudadanía, que la mesa chica del Panal consideró un cheque en blanco. En medio, la muerte de De la Sota (2018) fue capitalizada íntegramente por Schiaretti (como, en 2010, el fallecimiento de Néstor impulsó súbitamente la entronización de Cristina para la presidencial de 2011).
Pero, en rigor de verdad, ya habían comenzado a marchitarse esenciales servicios públicos, administrados por funcionarios noveles y sin panorama, o por viejas guardias desmotivadas.
La pandemia puso un paréntesis prolongado en la gestión (sin que estuviese tan claro qué temas iban bien y qué asuntos marchaban torcidos); en la vuelta a la normalidad, todos los nubarrones aparecieron juntos sobre el cielo del Panal. Se dispararon los índices de pobreza, las complicaciones económicas sacudieron de un modo inusitado a la sociedad y al Estado, se ralentizaron las inversiones públicas y enfrió la cadena de pagos.
Y -lo peor- comenzaron a aflorar decenas de errores no forzados en numerosos ministerios: la “nueva guardia” no paraba de defeccionar, sin que la presencia de un Juan septuagenario, por demasiado tiempo encerrado y sin interacción con sus colaboradores, alcanzase para cubrirlo todo.
Y este último bienio -le pasó a Angeloz, también a De la Sota en sus terceros mandatos- se presenta dramático. Problemas gravísimos que ocupan las primeras planas desde hace tiempo, generadores de imputaciones penales, limando además la confianza pública. El gobierno lució desarticulado, sin reflejos, dependiente de la única voluntad de Schiaretti, temerosos sus colaboradores de sugerirle alternativas y, a su vez, involucrándose éstos en recurrentes disputas intestinas. Las peleas están a la orden del día.
Reemplazos que no reemplazan
Obligado por la realidad, Juan terminó echando de su cargo a cuatro ministros o análogos: Bedano, salpicada por un camión atmosférico repleto, tras su paso por Córdoba Cultura.
Mosquera, insostenible desde hace al menos un año y medio, ante los innumerables problemas que atraviesa la seguridad en la Provincia, varios de ellos judicializados.
Cardozo se fue a la calle con parte del equipo, entre ellos dos secretarios de alto perfil, como Alejandro Gauto y Pablo Carvajal, por el tsunami merced a investigaciones penales que pueden continuar hacia abajo hacia o hacia los costados. No cerraría, en ningún ámbito consultado, que los hechos hayan sido conocidos por el equipo directivo de la cartera recién en los días en que se decidió iniciar los sumarios administrativos internos.
Torres dejó Gobierno en una de las más pobres gestiones en el área que se recuerden en el peronismo, descontentos los intendentes de todos los partidos, con inminente fractura entre peronistas al aislarse el Frente de Todos (diez puntos menos para HxC, en la próxima elección, que pesarán una enormidad).
Jure paga costos por diversas cuestiones, entre ellas demasiadas incorporaciones de funcionarios ineficientes en las áreas que implosionaron.
¿Hay un aire fresco tras los cambios? Bedano y Mosquera continúan como legisladores, atrayendo (pasó en la primera sesión tras asumir sus bancas y seguirá) la flama opositora y el reproche de la opinión pública. Torres y Jure se repartieron algunas de las funciones que comprendía la desaparecida cartera de Promoción del Empleo y Economía Familiar, manteniéndose como ministros juntos, reducidos y esmerilados. Cardoso, dicen, se mantiene en contacto con muchos de sus conmilitones de “La Carrillo” (unos cuantos siguen en sus puestos).
De los reemplazantes, sólo el joven veterano Julián López (que ya venía en la gestión) concentra expectativas. Raúl Sansica (Cultura) y Laura Echenique (Justicia) son segundas líneas extraídas de entre los equipos de los desplazados, que tratarán de cerrar el ciclo de gobierno de la mejor manera posible, como Gabriela Barbás en Salud (cartera donde la ministra es bioquímica, su nuevo secretario administrativo analista de sistemas, y su directora de Epidemiología es veterinaria). En las líneas de secretarios no se advierten incorporaciones novedosas (todos vienen desempeñándose en mandos medios). “Schiaretti le bajó la persiana a la gestión” dicen a coro, con desilusión, varios referentes peronistas, algunos de ellos habitantes del Panal.
Tras 23 años en el gobierno, ¿Hacemos por Córdoba se quedó sin figuritas? Demasiada improvisación, donde no debería faltar capacidad.