La solicitud de Ucrania, Moldavia y Georgia de tener el estatus de candidato para entrar en la Unión Europea (UE) ha acelerado el debate sobre la atascada política de ampliación de la UE. En Bruselas los países miembros discuten sobre si se debe premiar a Ucrania con un “estatus exprés” de país candidato en señal de apreciación del sacrificio de su ciudadanía en la guerra y en defensa de los valores comunes de democracia y libertad, así como a Moldavia y Georgia, otros dos países que forman parte de la Política de Vecindad Oriental de la UE.
En los países de los Balcanes Occidentales, que durante años han negociado su estatus de candidatos, la insistencia en un estatus exprés para ellos, y para Ucrania, se percibe con mucho recelo.
Sin embargo, la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de establecer una “Comunidad Geopolítica Europea”, basada en la del presidente francés Emmanuel Macron de crear una “comunidad política europea”, podría apaciguar los (des)ánimos, ya que se percibe como una oferta que no se debería rechazar. Aunque al gobierno de Kiev la idea le parece una “traición”, para los balcánicos, la oferta del Consejo Europeo se debería aceptar.
La “Comunidad Geopolítica Europea” es un marco institucional para reforzar las relaciones políticas de la UE con su vecindad cercana, que incluiría cumbres conjuntas dos veces al año enfocadas en la política exterior como el principal ámbito. Los ministros de Asuntos Exteriores de todos los países interesados (Ucrania, Moldavia, Georgia y los Balcanes Occidentales, pero también Islandia, Noruega y, en el futuro, Azerbaiyán, Armenia, Turquía e incluso el Reino Unido) se reunirían periódicamente con el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE.
La iniciativa puede contribuir al cambio de la estrategia de ampliación de la UE, sobre la que Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea y alto representante de Política Exterior, ha constatado que “embarrancó en los Balcanes y existe una sensación de profunda decepción en el proceso de ampliación”. El Consejo Europeo está abandonando, por primera vez, el principio de “todo o nada” en favor de una “integración más rápida, gradual y reversible”. Por ejemplo, si un país candidato demuestra avances en materia jurídica e institucional puede participar en determinados aspectos del mercado interior, el régimen de itinerancia de la UE o el mercado común de la energía. Si se produjera alguna reversión, alguno de los beneficios de la integración podría retirarse. Se supone que tales cambios en el proceso de ampliación acelerarían las reformas estructurales necesarias y la integración con la UE, pero sobre todo podrían presionar más a países, como Serbia, para que coordinasen su política exterior con la de la UE –algo muy necesario, como refleja la no imposición de sanciones económicas por el gobierno de Belgrado a Rusia–.
La iniciativa es un intento de mejorar el proceso de ampliación, pero no pretende, ni puede, ni debe sustituirla. Además, adherirse a la “Comunidad Geopolítica Europea” no significa automáticamente que a los participantes se les garantice acceder a la UE.
La invitación a todos los países mencionados a la “Comunidad Geopolítica Europea” supone crear unas relaciones más estrechas entre los candidatos, los candidatos potenciales y las instituciones de la Unión, convirtiendo así el espacio geográfico en una realidad geopolítica. Algunos de estos Estados estarán preparados para convertirse en miembros de pleno derecho de la UE muy pronto si así lo desean, como Islandia y Noruega, e incluso de nuevo el Reino Unido, tras haber abandonado la Unión recientemente. En el otro extremo están Ucrania, Moldavia y Georgia, que han expresado su interés por ser miembros de la UE pero que requerirán mucho tiempo y grandes reformas para lograrlo.
Los Balcanes Occidentales y Turquía se encuentran en algún punto intermedio: candidatos potenciales, en su mayoría estancados en el proceso de ampliación. Y Armenia y Azerbaiyán son sólo una posibilidad. Sin duda, la competencia por la plena pertenencia a la UE será mucho mayor.
La iniciativa de crear una “Comunidad Geopolítica Europea” ha nacido bajo la presión de la guerra y la crisis y supone un parche para salvar el proceso de ampliación de la UE, pero es una buena iniciativa: puede acelerar los cambios necesarios y presionar para una posterior armonización entre todos los que entren en la UE. La energía, la alimentación, las cadenas industriales, la investigación y el desarrollo, la militarización de Europa y la disciplina en política exterior pueden contribuir a lograr cierta autonomía estratégica europea, ya que todos estarían más estrechamente interconectados en el espacio político, económico, tecnológico y de defensa europeo, sin posibilidad de grandes desviaciones en la elección de aliados y socios a nivel global sin una armonización previa.
La iniciativa puede tranquilizar a los países miembros que sostienen que se aceptaron precipitadamente Rumanía y Bulgaria, porque no estaban aún preparadas para acceder a la UE, y dar esperanzas a los países candidatos, pero sobre todo puede dar una renovada credibilidad a la UE y transformar la fatiga europea de la ampliación en un proyecto nuevo.