La jornada del sábado 2 de junio será recordada, no por constituir el día del bombero voluntario, fecha que debería servir de reconocimiento a estos servidores públicos, algo que la población es poco afecta a demostrar, según pasó también con el personal de enfermería en Buenos Aires. El significado de lo público parece perder aún más puntos en la sociedad argentina y esto es preocupante, porque, de existir, se trataría del positivo espacio en el que ciertos valores e intereses básicos son compartidos en por una mayoría amplia de la sociedad.
Cabe sugerir que, con Guzmán, el ex ministro de Economía, sucedió lo contrario. Al contrario de bomberos/as y enfermeros/as, no logró conectar con los problemas públicos, salirse de sus preocupaciones por los equilibrios y límites de las variables macro comprometidos con el FMI. Su espíritu institucional le impidió reparar en los hechos concretos, en las cosas, en aquello que golpea cotidianamente a una muy amplia y cada vez más heterogéneo porcentaje de nuestra sociedad. El castigo a los desposeídos comenzaba antes por los sin trabajo, seguía con los trabajadores precarizados, con los monotributistas. Hoy, como sucediera en los 90, la pobreza ha penetrado también a trabajadores que tienen contrato por tiempo indeterminado, paritarias, salario familiar, obra social, etc.
Hay un “todo o nada” en el posicionamiento de los conglomerados económicos, que no valoraron una política que contribuyó a mejorar el resultado de sus negocios, destratando a un Gobierno que ha hecho del consenso su identidad política. Esta desconsideración, que ven evolucionar hacia un golpe de mercado, pasa por la agitación de una indetenible escalada de precios, que vuelve infructuosa toda tentativa por mejorar los ingresos. A la vez, se activa sin miramientos la devaluación de nuestra moneda, algo que tuvo otro episodio a horas de designada la nueva ministra de Economía.
Los importadores, por su lado, trabajan a destajo en el armado de operaciones fantasma, lo cual llevó a comprometer la posición en moneda fuerte del Banco Central. En esa misma línea, que busca el fracaso del Estado, las entidades agropecuarias deciden mantener el paro programado para el 13 de julio, sumándose en un gesto de conmovedora solidaridad a los “auto convocados” transportistas de cargas que se manifiestan a lo largo y ancho del territorio por la escasez de gasoil.
No es casual que este incompleto “racconto” de la acción de los agentes-poderes económicos, conecta material y discursivamente con la puja por la reproducción de las múltiples relaciones duraderas de poder que connotan a la sociedad argentina. Referimos a la estructura concentrada del aparato industrial-agropecuario y de la red de grandes superficies comerciales, asociado a lo cual se encuentra el manejo exento de todo control del comercio internacional de granos, también vemos el serio riesgo de despojo del río Paraná como principal vía de transporte de dicha producción, y la activísima red de medios pro-mercado que pujan por las candidaturas, sin dejar de hacer su trabajo, las palomas y halcones de Juntos por el Cambio. Además, opera ese dispositivo que constituye buena parte de las alturas del poder judicial.
Todo tiene que ver con todo es el dicho, y algo así ocurre cuando se analiza la matriz de poder afianzada a partir de la Dictadura militar, y que aspira a extender su duradero dominio en el plano de la política y del Estado, haciendo de la democracia su domesticada vía de acceso. Aunque esto último sea, por el momento, sólo aspiraciones del entramado de poderes que se ha fortalecido a la luz de “los moderados”, y cuyo tiempo se habría acabado, al decir de un alto dirigente del oficialista Frente de Todos. Si esto fuera así, los referidos poderes podrían encontrar cambios en sus relaciones con el Estado.
Paradójicamente, la envenenada renuncia de Guzmán concitó las voluntades que lograron romper con fuertes desavenencias, abriendo la posibilidad de un acuerdo entre Presidente y Vicepresidenta para la designación de Silvina Batakis, cuya trayectoria política, académica y funcionarial fue cosechando numerosas adhesiones, desde gobernadores e intendentes, hasta ministros, sindicatos y empresariado Pyme.
Se trata de alguien que no es parte de los círculos de economistas ligados a consultoras, “brokers” y asesorías a empresas.
La tarea es inmensa. Los problemas que la componen son urgentes, entre otros, la inflación, el deterioro del poder adquisitivo de los salarios, la cuestión cambiaria, el cuestionado sistema de asistencia social. Muchos de estos temas tienen conexión, o son expresión de esa matriz de poder a la que referimos más arriba. Será materia de una estratégica selectividad estatal el abordar tales cuestiones, algo ineludible si se quiere producir transformaciones en el camino hacia una sociedad más autónoma, justa y democrática.
Estos anhelos políticos parecen ser compartidos por una ministra que suma a su propio vigor el de sus amplios avales, en lo que representa la base de un arreglo político que cimenta cualquier política estatal.
El tiempo que va hasta el 2023 es muy escaso, sólo pueden abrirse senderos que hagan visibles los renovados objetivos que reencaminarían la imagen y la materialidad del Gobierno. Nada daría más validez a la disputa democrática que la definición socialmente clara de adversarios políticos nítidamente diferenciados.