Durante los primeros 100 días del gobierno de Javier Milei, la administración pública se llenó de familiares, amigos, militantes y funcionarios puestos a dedo como prenda de cambio, o bien, para saldar favores políticos, a contramano del discurso “anti casta” que se pregona. Milei, inmediatamente después de recibir los atributos, el 10 de diciembre, dictó el DNU 12/2023, por el cual se eliminó la prohibición dispuesta por Macri para que familiares directos pudiesen ser designados en el gabinete nacional. Esto le permitió a Karina Milei asumir como Secretaria General de la Presidencia, y así quedó inaugurada una nueva saga de nepotismo libertario, que luego se replicó con numerosos casos en todos los ministerios y demás dependencias oficiales, incluidas las cámaras del Congreso de la Nación. Una vez en el cargo, “el Jefe” convirtió a la Secretaría en una verdadera bolsa de trabajo para familiares ligados a funcionarios de su confianza y dirigentes políticos aliados. El caso más emblemático es el del operador Eduardo “Lule” Menem, con quien mantendría un romance, que fue nombrado como Subsecretario de gestión institucional, bajo la órbita de Karina.
Por cierto, “Lule” no es el único representante del clan Menem que se ha sumado a las filas del gobierno. También figura Federico Sharif Menem, un joven de 22 años, sobrino de Martín Menem, el actual presidente de la Cámara de Diputados. Mediante la Resolución 235/24, Federico fue designado como Director general de la Secretaría de la Presidencia de la Cámara, sólo por gozar de la “entera confianza” de su tío, y percibirá por su labor un salario de más de 2,5 millones de pesos.
Cuando miles de empleados públicos son despedidos o cesanteados, dos primos de Belén Agudiez, la mano derecha de Karina, afortunadamente han conseguido su primer trabajo en el Estado. Agudiez es relacionista pública, estudia ciencias políticas en la UADE y milita en el partido de San Martín. Por su estrecha relación con la influyente Secretaria fue beneficiada con un aumento de la partida presupuestaria y la colocación de sus primos Javier Sosa y Agustín Expósito, de quienes no se conocen antecedentes laborales.
Difícil tarea la de ser vocero presidencial de Javier Milei. Sin embargo, debe reconocerse que Manuel Adorni lo hace a la perfección. Todas las mañanas, el divulgador especializado en redes y videojuegos, se para frente a la sala de periodistas de la Casa Rosada y, con su habitual tono provocador, trata de distraer la atención de la opinión pública. Como recompensa, Manuel percibe una remuneración similar a la de un ministro.
Pero el sueldo de Manuel no es el único que el Estado abona a un miembro de su familia, puesto que se liquida también el salario de Francisco Adorni, el hermano de Manuel, que es contador y ha sido designado en el Ministerio de Defensa. Sin experiencia ni capacitación alguna en Defensa, en su nombramiento sólo se hace referencia a “específicas razones de servicio”. Francisco cobra el equivalente a 5.000 unidades retributivas que, según el Convenio Colectivo de Trabajo vigente en la Administración, totaliza la suma de 2.623.650 pesos.
Hasta el propio abogado de Milei tiene reservado un lugar en la grilla oficial. Se trata de Diego Spagnuolo, quien se hizo cargo de la Agencia Nacional de Discapacidad, a pesar de no contar con estudios específicos ni antecedentes vinculados a la materia. La razón que explica (no justifica) su arribo a la función pública es muy simple: es el abogado personal del Presidente, a quien defendió (y defiende) en varias causas. Una de ellas fue la cautelar que éste impulsó durante la transición con Alberto Fernández, a fin de que se dejaran sin efecto las últimas licitaciones públicas. Spagnuolo maneja una caja que supera ampliamente el billón de pesos.
Muchísimo ruido causó la designación de Geraldine Calvella, que no es hija, hermana, pareja ni prima de ningún funcionario del gabinete nacional y, sin embargo, fue premiada con una dirección clave en el Registro Nacional de las Personas (RENAPER), concretamente, la Dirección de Planeamiento y Fiscalización de Centros de documentación. Esta bella joven de 23 años estudia Derecho a distancia en la Universidad Siglo XXI y no tiene experiencia en el desarrollo de políticas públicas. En su CV consigna haber sido “asesor político” en Diputados, sin especificar en qué oficina ni durante cuánto tiempo se desempeñó. Es evidente que el cargo se atribuye a su militancia, ya que Geraldine fue la principal amplificadora de la ultraderecha en la 7° sección electoral bonaerense. su sueldo ascendía a casi 2,7 millones, aunque renunció debido al gran revuelo que su nombramiento generó en las redes sociales.
Sin dudas el capítulo más escandaloso del nepotismo libertario se dio en el ámbito del Senado. Allí, la senadora jujeña Vilma Bedia montó una Pyme familiar, al nombrar a sus tres hijos, un hermano, una sobrina y hasta una cuñada. Primero, la pastora evangélica decidió bendecir a dos de sus hijos con cargos en la planta transitoria de la Cámara alta: a su hijo Jair Mamani un cargo con categoría A1 ($ 1.409.962), y a su hijo Joel Mamani uno de categoría A3 ($ 1.011.168). Luego logró que Pablo Mamani, el tercero de sus hijos, fuese contratado por la senadora Ivanna Arrascaeta, representante de LLA por San Luis.
Pero la red de contrataciones continuó ampliándose. Por ello, el 20 de febrero el senador por La Rioja, Juan Carlos Pagotto, nombró a su hermano Daniel Bedia en el área administrativa y técnica. Antes, el 18 de enero, la senadora Bedia había contratado a una de sus nueras, Mirta Silisque, con categoría A8. Y apenas unos días después designó a una de sus sobrinas, Daiana Llanes. Los cargos públicos mantienen la unidad y la armonía en el seno de la familia Bedia. Después de estallar el escándalo, la senadora libertaria habría sido intimada para dar marcha atrás, aunque no hay mayores precisiones al respecto y hoy reina el hermetismo en los despachos oficiales.
Más allá del relato, de probada eficacia hasta el presente, los hechos demuestran que Milei vino a reemplazar una “casta” por otra, y en esta nueva “casta” predominan los vínculos personales y familiares, antes que el mérito, los antecedentes y la capacidad técnica o profesional de sus integrantes. Es decir, nada muy diferente a lo que existía anteriormente.