Puede ser con guerras de exterminio, con negociación competitiva o negociación cooperativa, pero siempre es negociación, antes o después, con la fusión o absorción de uno de ellos, con o sin ganancias para ambos. Cuando los cambios son muy profundos como en la pandemia, los roles se trastocan y la nueva configuración exige alguna de esas formas de negociación. Hoy la crisis entre globalistas –el poder financiero y tecnológico- y los autodenominados patriotas” –Trump, las derechas nacionalistas- debe leerse como una guerra de exterminio, que se da en EEUU, pero que se extiende al mundo entero. Ya es evidente que unos y otros van camino al éxito o a perecer; junto a ellos Europa, China, Rusia y por supuesto América Latina navegan orejeando las cartas para ubicarse del lado del ganador o posicionarse en relación a él. Todo se resolverá en noviembre, en las elecciones presidenciales de EEUU, y de consolidarse el triunfo de Joe Biden. En la negociación posterior, el gran país del Norte pretenderá conservar parte de su poder en un mundo multipolar, con Europa y China en donde tienen gran parte de sus inversiones. Los globalistas (incluidas las GAFA: Google, Amazon, Facebook y Apple) miran el largo plazo, que parece serles favorable luego de la caída electoral de Trump.
Argentina y su gobierno (pero también antes Macri, que apoyó primero a Hillary y luego a Trump, que no le perdona haber perdido con los 45.000 millones que le dio desde el FMI para la campaña 2019) ha optado por apostar a los globalistas, que venían golpeados por las derechas en los años anteriores, pero que la pandemia, y las reacciones inapropiadas de éstos, revirtió esa tendencia. Con ese contexto, los más duros del gobierno anterior buscan frenar los cambios y, al menos, negociar una salida decorosa (¿impunidad para Macri y su círculo íntimo?) apuntando a los propios, como Larreta, y extraños, buscando una revancha mínima en las próximas elecciones parlamentarias, apoyados por los medios dominantes, que la están pasando mal y la pasarán peor con la declaración de Servicio Público de las TIC.
Con esta declaración el Gobierno ha optado por universalizar el servicio, hacerlo llegar a todo el país en condiciones aceptables con 4G, y especialmente a los más pobres (por eso repone el Servicio Universal, vigente desde la privatización de ENTEL y suspendido por Macri) para que puedan educarse, informarse, incluirse en planes de ayuda y bancarización, etc. Luego, iremos al 5G cuando el panorama mundial haya decantado. El avance de la reforma judicial y la revisión de las designaciones de Bruglia y Bertuzzi de la Cámara Nacional en lo penal federal acomoda las cargas, para que el Poder Judicial concentrado no frene sus intentos de desconcentrarlo, luego de haber desguazado la AFI y sus relaciones con jueces, fiscales y medios.
Esa es una negociación competitiva, en la que el Gobierno busca moderar a la oposición más dura y al Grupo Clarín –que agitó financieramente el dólar paralelo en los últimos días- y avanzar con sus moderadas propuestas de cambio. También está tratando de frenar la designación del representante de Trump en el BID, y parece que lo está logrando, en preparación para una larga negociación con el FMI, para el año que viene, en un supuesto gobierno demócrata en EEUU.
En su frente interno, el Gobierno está buscando una negociación cooperativa, convencido desde el principio que sin Cristina no se puede y con Cristina no alcanza” para gobernar, por lo que necesita a todos. Así, busca escucharlos, entenderlos, contenerlos dentro y crecer juntos, en una negociación ganar-ganar. Poco a poco, aún con sus errores, con marchas y contramarchas (Vicentín), dudas, ineficiencias, etc.; pero con aciertos (inicio de la cuarentena; aumento de camas críticas; refinanciación de deudas en dólares bajo ley extranjera y local; acceso a vacunas) el Gobierno va convenciendo a propios y extraños, del país y del extranjero, de su solvencia para lograr sostenibilidad.
En el ámbito doméstico, la negociación es cada vez menos fratricida, sobre todo porque las marchas, como el 17A, expresan reclamos insólitos, paranoicos o simplemente sentimentales, pero que aupados por los medios dominantes y cúpulas intensas pero minoritarias, siguen oponiéndose a todo y todos, mientras que la mayoría tiene miedo y se cuida. El aislamiento y el distanciamiento impiden que se manifieste esa mayoría que se muestra silenciosa, contra el bullicio de los que promueven la anti cuarentena o simplemente disfrutan de una aparente inmunidad.
Pero eso cambiará a corto plazo con la vacuna, y en la pospandemia, cuya salida no será por la misma puerta por la que entramos, la mayoría habremos cambiado nuestras experiencias, nuestras percepciones y nuestras actitudes, escuchando al otro, procurando comprenderlo, acordar un acuerdo mínimo de convivencia con él y con el planeta. Eso es una negociación cooperativa, en donde todos ganan, aunque no obtengan todo lo que hubieran deseado, generando un círculo virtuoso. Aunque es claro que ese es mi deseo, más que una certeza.