La irrupción de Javier Milei y La Libertad Avanza, que en dos años pasó del anonimato a alcanzar la Casa Rosada, terminó de dar el golpe de gracia a JxC, la coalición integrada por el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica para convertirse en alternativa de poder, y que logró consagrar a Mauricio Macri como jefe de Estado entre 2015 y 2019.
Sin embargo, el llamado «fenómeno Milei» solo vino a agudizar una crisis de identidad ya planteada hace tiempo en Juntos por el Cambio, donde convivían amplios sectores ideológicos con posturas muy diferentes.
Allí, solamente por nombrar los extremos, existían muchos problemas de convivencia las posturas más socialdemócratas del armado, expresado en sectores del radicalismo y los cercanos a Elisa Carrió, con las ideas liberales y de derecha que postulan los referentes más extremos del PRO.
Estas diferencias se vieron plasmadas en una dura interna rumbo a las PASO para dirimir el candidato presidencial de la coalición, donde el exalcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta expresó a los sectores más moderados, apodados «palomas» y Patricia Bullrich buscó sintetizar a los «halcones», el grupo más cercano a los postulados liberales y al expresidente Mauricio Macri.
Esta interna, con el mecanismo de las PASO, se saldó a favor de Bullrich, en un contexto de una sociedad que buscaba respuestas más extremas ante el Gobierno de Alberto Fernández, idea que al final terminó representando, según los resultados electorales, mejor Milei que la propia Bullrich.
El triunfo del libertario implicó otro quiebre en Juntos por el Cambio: Patricia Bullrich y Mauricio Macri celebraron con Milei, rumbo al balotaje, el denominado «Pacto de Acassuso», por el cual lo respaldaron hacia la segunda vuelta, tras las elecciones generales del 22 de octubre.
Este apoyo, que en la práctica implicaba trasladarle al libertario gran parte de los votos que había sacado Bullrich en esa instancia, fue clave para el triunfo de Milei en el balotaje, donde se impondría por 12 puntos sobre el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa.
El Pacto de Acassuso fue rechazado enérgicamente por el radicalismo, el larretismo y la Coalición Cívica, que luego se despediría formalmente de Juntos por el Cambio.
Hoy, Juntos por el Cambio es una idea sin líder y sin vida propia, sin conducción, considerando que la Mesa Nacional del espacio, su mayor órgano de organización política, ya no se reúne.
Juntos por el Cambio estaba formado por cuatro partidos: la UCR, el PRO, Encuentro Republicano Federal, y la Coalición Cívica.
El partido de «Lilita» Carrió ya dio el portazo formal, y en la práctica comienzan a darse los primeros reagrupamientos entre figuras del sector moderado del espacio.
En relación al Gobierno de Milei, quienes conformaban Juntos por el Cambio están parados en la vereda de la oposición, salvo el PRO, que apoya el proyecto del libertario, aunque cada tanto marca límites y cuestionamientos, pero siempre dejando en claro que están de acuerdo con la orientación de sus políticas.
Quizás el ámbito más propicio para observar este reperfilamiento opositor sea el Congreso de la Nación, un espacio de baja relevancia política en los últimos años del Gobierno anterior, pero que ahora gana centralidad a la hora de la toma de decisiones.
En las últimas horas, Juntos por el Cambio se terminó de romper en términos parlamentarios, con la conformación del nuevo bloque Hacemos Coalición Federal, compuesto por la Coalición Cívica, Cambio Federal y Hacemos por Córdoba, donde interactúan dos de los cuatro partidos que formaban JxC: la Coalición Cívica y el Encuentro Republicano Federal de Miguel Pichetto, quien justamente será el conductor de este nuevo espacio legislativo.
Este bloque será fundamental para la aprobación de leyes, considerando que la suma de La Libertad Avanza (40 diputados), el PRO (37) y la UCR (34) no alcanzan el quórum de 129 legisladores.
Más allá de estos reagrupamientos legislativos, el impacto del triunfo electoral de Javier Milei también generó fuertes cambios en el PRO, partido que debe encaminarse a una elección interna.
De momento, cada integrante parece jugar su juego propio y se debate entre el respaldo y los cuestionamientos a algunos de los primeros pasos del Gobierno de Milei.
Por caso, la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal salió a pedir públicamente que el Congreso respalde el decreto de necesidad y urgencia planteado por Milei al decir que es necesario «eliminar privilegios y desburocrarizar el Estado».
Otra parte del PRO, en tanto, ya pasó a ser parte directamente del Gobierno, como el caso de Patricia Bullrich, aunque se integraron, según se explicó, a título personal y no en representación del partido.
Más alejado de la actualidad política, Horacio Rodríguez Larreta observa el panorama y prepara su regreso a los primeros planos, quizás para disputar espacios de poder en las legislativas de medio término, pero más cerca del radicalismo que de las posturas del PRO cercanas a Milei.
Por su parte, el partido centenario tuvo renovación de sus autoridades, y Martín Lousteau reemplazó a Gerardo Morales en la titularidad del radicalismo, marcando una línea de continuidad entre los «boinas blancas», que si bien respaldan la necesidad de reformas económicas, también resaltan que estos cambios deben respetar las instituciones, rechazan el decreto y piden que las modificaciones sean aprobadas por el Congreso.