Sin estridencias aunque con la firme determinación de fortalecer la identidad y consignas fundacionales de la Unión Cívica Radical como contracara de las medidas de «ajuste» que, a su entender, vienen llevando adelante las gestiones de Javier Milei a nivel nacional y de Martín Llaryora en la provincia, el ex intendente Ramón Mestre comenzó a levantar su perfil en la vida interna del centenario partido.
El núcleo Confluencia que se referencia en su figura ya había plantado bandera en el congreso realizado a comienzos del mes pasado en Villa Giardino, cuando expresó de manera crítica que frente a la crisis nacional «hay quienes piensan que la salida es permanecer callados, a la espera de nuevos tiempos». Dos semanas más tarde, en un acto para conmemorar otro aniversario de la Revolución de Mayo, el ex jefe municipal capitalino fue más allá y dejó en claro que la intención es plantarse como un contrapeso al sector de Evolución, liderado por el diputado nacional Rodrigo de Loredo y el intendente de Río Tercero, Marcos Ferrer, que se muestra más cercano a la postura «dialoguista» con la administración libertaria.
Lo cierto es que Mestre confirmó, en una entrevista con HOY DÍA CÓRDOBA, «la necesidad de fortalecer la identidad y la posición histórica del radicalismo. No podemos permanecer callados para volver de nuevo a otra grieta entre dos populismos: uno de izquierda y otro de derecha». En un mensaje hacia sus correligionarios, hizo un llamado a «hacer los esfuerzos que se requieran para buscar la unidad» con vistas a la renovación de autoridades prevista para septiembre del presente año.
Al respecto, demandó «dejar de lado cualquier especulación o conveniencia electoral para definir de qué lado estamos». Y para despejar dudas acerca de cuál es su posicionamiento actual, afirmó: «Sinceramente, uno espera más empatía por parte de quienes nos gobiernan, más allá de que exista una necesidad de ordenar, pero se hace muy bravo cuando hay mucha insensibilidad. Lo que hace falta es ser más tolerantes y empatizar con aquellos que la están pasando muy mal».
-¿Cómo evalúa el proceso de debate que se ha iniciado puertas adentro de la UCR de Córdoba?
-Me parece que hay una situación que amerita intentar fortalecer la identidad partidaria, potenciar el diálogo entre los distintos actores que tiene la vida interna del partido pero, fundamentalmente, yo soy de los que cree que hay que abrirse a la sociedad y hablar con todos los sectores posibles para tratar de acompañar este proceso difícil que estamos viviendo los argentinos.
-En ese sentido, usted viene proponiendo ir por una opción superadora a los modelos del kirchnerismo y de Milei, tanto en la provincia como en el país
-Sí, tenemos que fortalecer la identidad y la posición histórica del radicalismo. No podemos permanecer callados para volver de nuevo a otra grieta y tener una situación pendular. En este caso, entre un populismo de izquierda y otro populismo de derecha sin precedentes, evitando debatir sobre un equilibrio en la búsqueda de consensos. Eso no le hace bien a la Argentina. No creo que sea lógico ir por el todo o nada. Me parece que tiene que existir otro modo de hacer las cosas.
Cuando hablan de las propuestas que el gobierno nacional intenta llevar adelante, hay algunas que nosotros compartimos y, de hecho, lo hemos manifestado en su momento cuando estábamos con el radicalismo conformando la propuesta de Juntos por el Cambio que presentamos para el electorado en la campaña del año pasado. Pero me parece que hay cuestiones que se deben llevar adelante en un marco de mayor sensibilidad porque en la actualidad se está dando una situación donde los ciudadanos no la están pasando bien en la Argentina. Eso requiere, por parte de aquellos que tienen responsabilidades de gestión, la necesidad de poder lograr consensos. Porque si es con la ofensa, si es con la posición de que si rechazas lo que yo planteo, estás en la vereda de enfrente, no ayuda para nada. Lo que hace falta es mucha más tolerancia, y empatizar con aquellos que la están pasando muy mal.
-Al hacer mención a esa falta de empatía, ¿qué opina sobre el escándalo desatado en el ámbito nacional en relación a la falta de entrega de casi 6.000 toneladas de alimentos?
-Toda la semana que pasó se ha discutido sobre los distintos espacios donde se guarda comida para asistir a aquellos que realmente no tienen ni para comer. Pero no se puede criminalizar la pobreza, hay un 60% de la población que está en situación de pobreza. Entonces, evidentemente me parece amoral no poder entender que hay que entregar eso. Hay una discusión que se da en paralelo con información que la justicia investiga sobre aquellos que son mercaderes de la pobreza, es decir aquellos que intentan intervenir o de alguna manera utilizan a la pobreza para tratar de sacar provecho. En la Argentina tenemos herramientas muy importantes que el gobierno nacional las podría tomar, como por ejemplo es el Comipaz (Comité Interreligioso por la Paz) que fue creado en Córdoba y es un ejemplo de un espacio con distintas creencias, que ha servido en numerosas oportunidades para aportar esa tranquilidad, ese amor y esa solidaridad tan necesarias, trabajando en conjunto con todas las instituciones que hacen tareas solidarias. Con lo cual, tranquilamente podrían ser ellos los que repartan estos recursos porque se está politizando el tema. Y nosotros necesitamos que esos alimentos les lleguen a los que realmente no tienen ni para comer.
-En este marco, ¿cómo analiza el vínculo zigzagueante entre las administraciones de Llaryora y de Milei?
-A mí me parece que los cordobeses lo vivimos con más claridad porque el ajuste que lleva adelante el gobierno nacional no se contradice con lo que el actual Gobernador nos hace pagar a todos los cordobeses en términos de falta de austeridad ante la enorme cantidad de ministerios y funcionarios, o de gastos que tiene el Estado. Estos son tiempos para intentar colaborar, ayudar, y eso no se lo ve. Por ejemplo, en Córdoba se quejan de que el Gobierno no envía los fondos para el sistema de transporte para tratar de subsidiar el servicio en distintos lugares de la provincia, pero en realidad lo que han hecho la inmensa mayoría de las jurisdicciones es aumentar el boleto, es decir, se lo hacen pagar a la gente, a los sectores más vulnerables, en vez de achicar gastos del Estado que son superfluos. Hay cosas que son inadmisibles, como es el hecho de que se autorice una inmensa cantidad de aumentos tarifarios en la prestación del servicio de agua. Eso es algo increíble.
-En torno a las prioridades que deberían existir en tiempos de recesión económica, ¿coincide con quienes argumentan que se observa un preocupante esquema de poder nacional que se desentiende del territorio, con la eliminación del Fonid a los docentes; los subsidios al transporte del interior; o la falta de envío de partidas para cubrir el déficit de la Caja de Jubilaciones?
-Todos los días estamos asistiendo a problemas que tienen que ver con la debacle en la prestación de servicios básicos, prioritarios. Cuando recién hablamos de la pobreza, esa es una prioridad. El Presidente tiene que hacerse cargo de esas cuestiones. No las puede soslayar. Está claro que el Presidente a lo mejor está más preocupado en tratar de plantear una cuestión dogmática, partidaria. Por eso, tanto viaje al exterior y pareciera como que ahora ejerce la Presidencia el jefe de Gabinete (Guillermo Francos), quien casualmente ha asumido otro problema que tiene el Gobierno, con tantos funcionarios que entran y salen.
Volviendo a las cuestiones prioritarias, dos de ellas son desde siempre la educación y la salud. Sin embargo, empezó a hacer frío y constatamos que las escuelas no tienen todos los espacios ni la infraestructura necesarias para poder brindar un servicio de calidad, un servicio que tenga respuestas básicas. Muchas escuelas no tienen calefacción, los chicos padecen el frío. Inclusive, algunos colegios hasta tuvieron que suspender las clases. Lo mismo pasa en el sistema de salud. Uno quiere sacar un turno o tener una prestación y no lo puede hacer porque le dan turno a 5 o 6 meses. La verdad que eso es inadmisible.
-¿Cómo ve el operativo `seducción´ llevado adelante por el oficialismo provincial con dirigentes e intendentes de la UCR y de Juntos por el Cambio para alimentar el denominado Partido Cordobés?
-Esto tiene relación con la necesidad del gobierno provincial de seguir endeudándose y priorizando gastos superfluos, mostrando insensibilidad y desprecio por los ciudadanos. Me parece que flaco favor le hacen a la democracia al intentar armar un partido único. Yo creo que hoy existen herramientas para mantener el diálogo, el consenso. Por más que nosotros seamos opositores, no quiere decir que no podamos acompañar o votar cosas en la Legislatura. Más bien, todo lo contrario. Nosotros somos una oposición constructiva. Yo no creo que en tiempos tan difíciles haya que llevar a una sola posición. Por eso, insisto con que éste es un buen momento para que el radicalismo vuelva a nutrirse de sus ideas, de su historia, y de todo lo que tiene que ver con la cuestión de defender los intereses de los ciudadanos.
-En ese objetivo de fortalecerse puertas adentro, ¿ve factible lograr un entendimiento con los distintos núcleos internos antes de la elección de septiembre? Por ejemplo, con el espacio de Evolución, liderado por De Loredo y Ferrer
-Yo creo que en el marco de la identidad y la responsabilidad política nosotros tenemos que tratar de dejar de lado cualquier especulación o conveniencia electoral para definir de qué lado estamos. Mi esperanza es que siempre estemos todos del mismo lado. Como es la misma esperanza que seguramente tienen todos los argentinos para salir adelante. Me parece que hay que exhortar a que se pare con la inseguridad, con el narcotráfico, con miles de ciudadanos que esperan que se termine con la violencia verbal y las descalificaciones a aquellos que piensan distinto. Entonces, me parece que los radicales tenemos que buscar la unidad. Hay que hacer los esfuerzos para buscar la unidad porque vamos a poder representar mejor a la gente si estamos todos juntos.