La estacionalidad de Covid-19 ha sido un misterio desde que la enfermedad apareció por primera vez hace más de año, aunque ha habido algunas pistas de que los rayos UV podrían influir. Sin embargo, los intentos de comprender la influencia de los rayos ultravioleta en el mundo real se han visto limitados por la escasez de datos y la dificultad de aislar las variables climáticas de otros factores de transmisión.
Para probar una señal ambiental dentro del ruido de la pandemia, un equipo de investigadores de la Universidad de Hardvard y de California compiló y limpió datos de agencias estadísticas de todo el mundo. Se tratan de los especialistas Jonathan Proctor, becario postdoctoral de la Harvard Data Science Initiative y el Harvard Center for the Environment, Peter Huybers, también de la Universidad de Harvard, Tamma Carleton y Kyle Meng de la Universidad de California Santa Bárbara y Jules Cornetet.
De esta manera, realizaron un análisis diario de Covid-19 y datos meteorológicos de más de 3.000 regiones administrativas en más de 170 países y descubrieron que la propagación del Covid-19 a través de una población tendía a ser menor en las semanas posteriores a una mayor exposición a los rayos UV. Así fue que el equipo examinó cómo la transmisión dentro de una población en particular evita cambiar según las variaciones en la luz solar, la temperatura, la precipitación y la humedad experimentadas por esa misma población.
«Básicamente preguntamos si las fluctuaciones diarias en las condiciones ambientales experimentadas por una población afectan los nuevos casos de COVID-19 hasta dos semanas después», explicó Meng. Los investigadores diagnosticaron la relación entre los rayos UV y Covid-19 utilizando datos del comienzo de la pandemia y luego usaron esa relación para simular cómo los cambios estacionales podrían influir en la propagación del virus.
«Comprender el potencial estacionalidad de la transmisión de Covid-19 podría ayudar a informar nuestra respuesta a la pandemia en los próximos meses», dijo Proctor. «Estos hallazgos sugieren que la incidencia de coronavirus puede tener un patrón estacional, extendiéndose más rápido en el invierno cuando es más oscuro que en el verano». Sin embargo, no está claro qué mecanismo está impulsando ese efecto. Puede ser que los rayos UV destruyan el virus en las superficies o en aerosoles, o que en los días soleados la gente salga más a la calle donde hay menos transmisión. Incluso es posible que los rayos UV reduzcan la susceptibilidad a Covid-19 al estimular la producción de vitamina D y estimular el sistema inmunológico
En su investigación, también descubrieron que los cambios en los rayos ultravioleta entre el invierno y el verano llevaron a una disminución de 7% en la tasa de crecimiento de Covid-19 en promedio en todo el hemisferio norte, que es aproximadamente la mitad de la tasa de crecimiento diaria promedio al comienzo de la pandemia. Si bien esta investigación muestra que el virus exhibe un patrón estacional debido a cambios en los rayos UV, la estacionalidad completa del mismo sigue sin estar clara debido a las influencias inciertas de otros factores ambientales como la temperatura y la humedad.
«Confiamos en el efecto de los rayos ultravioleta, pero esto es sólo una parte de la imagen completa de estacionalidad», dijo Carleton. El equipo señaló que las influencias ambientales son solo uno de los muchos determinantes de la transmisión de Covid-19, y que los efectos estimados de la estacionalidad de los rayos ultravioleta en los hemisferios norte y sur son una fracción del tamaño de los efectos estimados previamente de las políticas anti-contagio, incluidas las cuarentenas y prohibiciones de viaje.
«Como vimos en los EE. UU. este verano, es poco probable que la exposición a los rayos ultravioleta detenga la propagación del virus sin políticas sólidas de distanciamiento social», dijo Proctor. «Independientemente del clima, parece que se necesitan medidas adicionales para frenar sustancialmente la propagación».
«Todavía hay tanto que no sabemos acerca de cómo los factores ambientales, tanto directa como indirectamente, a través del comportamiento humano, influyen en la propagación del virus», dijo Huybers. «Pero una mejor comprensión de las influencias ambientales sobre COVID-19 podría permitir un ajuste estacional de las políticas de contención y podría ayudar a informar las estrategias de vacunación», finalizó.
Por último, recordaron que si bien las variaciones naturales en la radiación ultravioleta influyen en la propagación, se trata de una influencia modesta en comparación con las medidas preventivas como el distanciamiento físico, el uso de máscaras y la cuarentena.