La salud femenina durante el climaterio, la menopausia y la postmenopausia se ha convertido en un desafío central para los sistemas sanitarios. Esta etapa, que puede prolongarse hasta tres décadas, influye de manera decisiva en la calidad de vida y el bienestar general de las mujeres adultas mayores.
Especialistas nacionales e internacionales coinciden en que los profundos cambios hormonales que caracterizan este período afectan múltiples sistemas del organismo, lo que exige un seguimiento médico continuo y estrategias preventivas personalizadas.
El contexto demográfico refuerza la urgencia del tema. Se estima que hacia 2050 el 30% de la población mundial superará los 60 años, y las mujeres serán el grupo más representativo de ese segmento. Pese a su mayor expectativa de vida, los estudios epidemiológicos advierten que cerca del 25% de esos años se viven con alguna discapacidad o enfermedad crónica.
Un consenso que marca tendencia: el abordaje interdisciplinario
Durante un encuentro organizado por la iniciativa Mujeres Salud Integral (MSI), expertos debatieron sobre longevidad saludable, prevención y diagnóstico temprano. Las doctoras Verónica Crosa y Claudia Rey coincidieron en que alcanzar una vida más larga y plena requiere “un enfoque interdisciplinario” que contemple no sólo las dimensiones biológicas, sino también las psicológicas y sociales.
El ginecólogo Pablo Carpintero, ex presidente de la Asociación Argentina para el Estudio del Climaterio (AAPEC) y miembro de la International Menopause Society (IMS), explicó que la transición menopáusica “marca un punto de inflexión”, ya que la disminución de estrógenos y progesterona incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo, alteraciones metabólicas y osteoporosis.
Carpintero enfatizó que la atención durante el climaterio “debe basarse en la prevención y en el diagnóstico temprano de las enfermedades crónicas”. También remarcó la necesidad de adecuar las políticas públicas y los programas sanitarios al nuevo panorama demográfico, de modo que respondan a las necesidades específicas de las mujeres en esta etapa vital.
La menopausia como oportunidad de prevención
El control clínico periódico y la adopción de hábitos saludables son pilares esenciales de una longevidad con bienestar. Lejos de concebirse como un final, la menopausia debe entenderse —afirman los especialistas— como una oportunidad para reforzar la salud y prevenir complicaciones.
El endocrinólogo y neuroendocrinólogo Andrea Genazzani, referente mundial en su especialidad, subrayó el papel de los estrógenos en la neuroprotección y la regulación cerebral. “El seguimiento clínico individualizado permite evaluar la efectividad de intervenciones y preservar la salud funcional de la mujer”, destacó.
El experto propuso además establecer objetivos clínicos concretos y metas verificables, especialmente en relación con la densidad ósea, el peso corporal y los parámetros metabólicos.
Fragilidad ósea y riesgo vital
La fragilidad ósea es uno de los problemas más graves en la adultez mayor. Según Carpintero, “en mujeres mayores de 65 años, un 40% no recupera la movilidad completa tras una fractura y un 20% fallece dentro del año siguiente al evento”. Por eso, insistió en la importancia del diagnóstico precoz, el tratamiento farmacológico adecuado y las medidas de seguridad domiciliaria.
Vivir más… y vivir mejor
Los expertos concluyeron que el aumento de la expectativa de vida no siempre se traduce en mejores condiciones de salud. Para revertir esta tendencia, el seguimiento clínico especializado y los programas que integren prevención primaria y secundaria resultan fundamentales. El desafío, aseguran, es lograr que las mujeres no sólo vivan más años, sino que los vivan con plenitud y autonomía.