Un reciente estudio realizado por un equipo interdisciplinario de científicos de la Universidad de San Andrés ha revelado un dato alarmante: los trastornos del sueño en los trabajadores podrían estar costándole a Argentina hasta un 1,3% de su Producto Bruto Interno (PBI). Este dato subraya la importancia de abordar la falta de sueño no sólo como un problema de salud, sino como un tema crucial para la productividad y la economía del país.
El trabajo, que analizó los patrones de sueño de los empleados de una importante empresa petrolera sudamericana, concluyó que la falta de descanso adecuado tiene consecuencias directas tanto en la salud de los trabajadores como en la eficiencia de las empresas. Según los autores del estudio, los horarios laborales poco adaptados al ritmo biológico de los empleados podrían estar contribuyendo a una baja productividad, mayor ausentismo, más accidentes laborales y un incremento en las enfermedades a largo plazo.
Un impacto que afecta a todos: trabajadores, empresas y economía
Este estudio ofrece soluciones que podrían tener un impacto significativo tanto en el bienestar de los trabajadores como en la eficiencia de las empresas. Como señala Diego Golombek, uno de los autores del estudio, «mejorar los horarios de trabajo podría generar beneficios tanto para los empleados como para las empresas, y a su vez, para la economía nacional».
El estudio también reveló que, en promedio, los argentinos duermen menos de las siete horas recomendadas, lo que resulta en una pérdida significativa de productividad y bienestar. Según los datos, si los trabajadores pudieran dormir entre siete y nueve horas por noche, el país podría recuperar aproximadamente un 1,27% de su PBI, un monto comparable al impacto observado en otros países con estudios similares.
Sueño y salud: más que sólo cansancio
La falta de sueño no solo afecta la productividad, sino que tiene efectos devastadores sobre la salud. El estudio subraya que, después de 17 horas de vigilia continua, los niveles de reacción de una persona se ven tan comprometidos como si tuviera un nivel de alcohol en sangre superior a 0,5 g/l. Este tipo de fatiga aumenta el riesgo de sufrir enfermedades crónicas, como patologías cardiovasculares, metabólicas, neurodegenerativas y problemas mentales.
Además, el trabajo recalca que las crisis económicas y sociales también inciden en la calidad del sueño. El estrés generado por la incertidumbre económica o por problemas personales puede empeorar los trastornos del sueño, creando un círculo vicioso de insomnio, fatiga y bajo rendimiento. Golombek señala que «el enemigo número uno del sueño es el estrés», y este se ha intensificado en los últimos años debido a las crisis políticas y económicas que atraviesa Argentina.
La solución está al alcance de la mano: mejorar los horarios laborales
El estudio destaca una solución simple pero efectiva: mejorar los horarios de trabajo para que se alineen mejor con el ritmo circadiano natural de los trabajadores. Esto podría incluir la implementación de turnos más flexibles, adecuados a las necesidades biológicas de cada persona. La clave estaría en reducir la rotación excesiva entre turnos diurnos y nocturnos y garantizar periodos adecuados de descanso entre ellos.
De esta forma, se podría reducir el ausentismo, disminuir los accidentes laborales y mejorar la salud mental y física de los empleados, lo que a su vez contribuiría a una mayor productividad y menores costos para las empresas.
«Lo que estamos proponiendo es algo sencillo y barato, pero con un gran impacto: el buen sueño. Si logramos que los trabajadores descansen lo necesario, el retorno sería directo tanto en términos de salud como de productividad«, concluye Golombek.
¿Qué puede hacer Argentina?
Con el estudio demostrando un vínculo directo entre la calidad del sueño y el desempeño económico, ahora es el turno de las empresas y el gobierno para tomar cartas en el asunto. Implementar cambios en los horarios de trabajo y fomentar un ambiente laboral que favorezca el descanso adecuado no solo tiene beneficios para los trabajadores, sino que también podría ser una herramienta clave para mejorar la competitividad del país.
En este sentido, las políticas públicas enfocadas en la salud y el bienestar laboral podrían tener un impacto directo en la economía. Además, la cooperación entre las instituciones académicas, el sector privado y los gobiernos es crucial para implementar medidas basadas en la evidencia científica y lograr un cambio real.
Si todos durmiéramos mejor, ¿cuánto podríamos ganar? La respuesta podría estar más cerca de lo que imaginamos.
Fuente: Tiempo Argentino.