La enuresis infantil, más conocida como incontinencia urinaria nocturna en niños, es una patología que aumentó preocupantemente desde el inicio de la pandemia de coronavirus y en la actualidad los casos alcanzan aproximadamente al 20% de la población de más de 5 años edad e incluso hay un 7,5% de de menores de hasta 10 años que la padecen.
Entre este lunes y el 10 de junio se desarrolla la «Semana de la Concienciación sobre la Enuresis Infantil» y, si bien se considera una condición que la mayoría logra resolver naturalmente y de forma positiva, de no ser tratada a tiempo y correctamente, podría persistir hasta la adolescencia.
Desde el inicio de la pandemia fueron muchos los casos en los que las consultas médicas se pospusieron y hasta se cancelaron, lo cual aún persiste al día de hoy y provoca que numerosas enfermedades se hayan potenciado.
Así sucedió con la enuresis, más conocida como la incontinencia urinaria nocturna en niños y que no es un escape de orina, sino una micción involuntaria e inconsciente durante el sueño, que los menores no pueden controlar y que obedece a múltiples factores.
Al igual que en el caso de otros trastornos miccionales, esta condición sufrió el efecto denominado infradiagnóstico, es decir, que por las restricciones, muchas familias consultaron a los médicos y esto llevó a la disminución de los tratamientos.
De esta manera, hay niños que continúan con el problema y a esto se les suman los trastornos propios de la pandemia en sí, como el estrés y ansiedad.
«Si bien se trata de una afección que en la mayoría de los casos logra resolverse positivamente, puede traer consecuencias físicas y emocionales en el desarrollo de los niños, puede provocar la pérdida de la autoestima, dificultades sociales, problemas de sueño y otros problemas psicológicos», explicó el doctor
Cristian Sager.
Sager, quien es especialista en Urología Infantil, añadió: «Es por ello que la contención emocional por parte de la familia, es muy importante, al igual que el hecho de estar atento a las conductas irregulares. En caso de identificar una falta de control constante, es necesario recurrir a la consulta médica para comenzar un tratamiento y al mismo tiempo descartar otras condiciones que pueden superponerse o acompañar a la enuresis, tales como las disfunciones miccionales».
Tal como explica el sitio www.pisenlacama.com.ar, esta condición puede tener como origen distintas causas:
– Un nivel más bajo de lo normal de la hormona antidiurética: Esta molécula controla el volumen de producción de orina y en los niños con enuresis se supone que hay una disminución de esta hormona.
– El sueño: Si el mismo es muy profundo y al chico le cuesta despertarse o hay trastornos en la respiración, puede existir una mayor probabilidad de existir estas micciones involuntarias nocturnas.
– Una vejiga más pequeña de lo normal: Si la vejiga del niño es más pequeña que el promedio, es posible que no pueda retener la orina que produce mientras duerme, y por lo tanto «rebalsa».
Es fundamental entonces, detectar comorbilidades como la constipación o estreñimiento, los trastornos del sueño, respiratorios y de la conducta, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y oposición desafiante. De esta manera, cuando el diagnóstico se amplía, hay una alta posibilidad de que mejore la enuresis.
Por el contrario, si no se identifican estas comorbilidades, es muy probable que se fracase en el tratamiento en el que se incluyen el uso de alarmas o medicamentos.
Para poder entender si los síntomas presentados por los niños tienen que ver con dicha enfermedad, es posible consultar el citado sitio web donde expertos aportan sus conocimientos, y aconsejan sobre el cuidado y medidas a tomar.
«La enuresis tiene una tasa de resolución espontánea, que de acuerdo con estadísticas se ubica en un 15 por ciento anual. El chico lo resuelve naturalmente, lo importante es que los profesionales puedan descartar otras condiciones y entidades relacionadas. Del total de niños y niñas que sufrían enuresis a los 5 años, solo el 15 % permanecía con la misma condición antes de la adolescencia, y solo el 1 % después de la misma», indicó Sager.