Las fiestas de Navidad y Año Nuevo implican para algunas personas estrés, ansiedad y angustia por las exigencias físicas y emocionales, a las que se suman la incertidumbre por las nuevas variantes y suba de casos de coronavirus, coincidieron especialistas consultados por la agencia Télam.
Algunas personas no tienen mucho interés en las fiestas, pero para otros «se juega la vida y la muerte» resolviendo si se reúne con una persona o con la otra, si viene alguien de afuera, qué se come, los regalos, entre otros, haciendo que el cuerpo se enferme, analizó Eduardo Silvestre, médico Magíster en Psiconeuroinmunoendocrinología y Divulgador Científico de Grupo Medihome.
«Las fiestas lo que hacen es hacer presentes los problemas que se reactualizan, afloran experiencias traumáticas de la infancia, las relaciones vinculares, por eso la gente se estresa», mencionó Silvestre.
Para el psiquiatra, en estos días festivos «hay una presión social por estar feliz, llevarte bien con todos, tiene que haber una mesa larga», y a la vez la necesidad de hacer un balance: «saber qué hice y qué voy hacer el año próximo».
En este sentido, indicó que son fechas en las que se da la sensación de «burnout » o síndrome del quemado, es decir, cuando una situación determinada superó la capacidad de respuesta, haciendo que «aumenten las consultas con los psicólogos pero también las muertes por accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardiovasculares, de personas que se han estresado».
Es por ello que el especialista sugiere evitar el estrés tratando de «no estar solos, sobre todo si eso genera angustia, seleccionar los afectos positivos evitando las relaciones tóxicas, ya que, el número de comensales no es directamente proporcional al éxito de la reunión; y por otro lado, bajar las expectativas, plantearse objetivos alcanzables».
A su vez, en niños, niñas y adolescentes el estrés también aparece, y se presenta con síntomas de dolor de cabeza, lipotimias, problemas intestinales, taquicardias, según el médico.
«Las fiestas pueden constituir una situación de trauma, por ejemplo, en un adolescente con padres separados que tienen mala relación, o familias donde hay violencia», agregó.
Otro causal que se suma este año, es el incremento de casos de Covid de las últimas semanas, que «genera mayor preocupación e incertidumbre», indicó Silvestre.
Para el médico, fue adecuado el mensaje desde los organismos de salud diciendo que la pandemia no terminó, porque «la decepción es mayor cuando dabas algo por concluido y no lo estaba», pero si bien se incrementaron los casos, «bajó drásticamente la mortalidad, por eso no hay motivos exagerados para preocuparse sino para ocuparse».
Por su parte, para Luciana Slipakoff, psicóloga especialista en gerontología e integrante de la Cátedra Tercera Edad y Vejez, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), las fiestas «movilizan el deber ser, por imponerse tener que recibir gente en la casa, tener que cocinar cuando quizás ya físicamente no se puede, no poder comprarle regalos a todo el mundo, los conflictos familiares, generando estrés, ansiedad y angustia».
Así, recomienda no quedarse solo y apelar a las redes que se tienen, más allá de la familia, elegir con quién la quiero pasar, ver qué otros espacios hay para compartir, «después de casi dos años de mucho aislamiento y pérdidas» y «permitirse una ambivalencia de sentimientos».
Con respecto a la situación sanitaria, la psicóloga mencionó que al nivel de estrés propio de las fiestas se «suma la tensión y temor al contagio».
«Las fiestas de este año nos agarra vacunados, que no es menor, pero con una sensación de que después de dos años esto sigue y no podes relajarte nunca», remarcó.
La médica infectóloga Elena Obieta, integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) diálogo con Télam sobre los dichos del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, sobre la posibilidad de la cancelación o el retraso de las fiestas por los nuevos rebrotes de coronavirus, algo que consideró «impensable e incumplible».
«Poner una medida para que la gente no se junte es imposible, lo que deberíamos hacer es cuidarnos», sostuvo Obieta.
«Para las fiestas es imposible pretender que la gente no se junte en familia sobre todo después de las frustraciones de las fiestas del año pasado, de la situación social y psíquica que todos atravesamos a lo largo de estos dos años», detalló la infectóloga.
Así, la especialista recomendó que «el que no está vacunado que no vaya a festejar o se quede en su núcleo de no vacunados, y los inmunizados -que igual pueden contraer el virus de forma leve o transmitirlo a una persona de riesgo- realicen las reuniones en espacios abiertos, utilizando el barbijo si solo estoy charlando, si no voy a comer correr la silla más para atrás así se mantiene la distancia, tener los platos ya dispuestos servidos para que no te juntes sin barbijo sobre una misma ensaladera».
«Hay gente que se estresa y se preocupa, y después está el negacionista, que dice que ya está y que da igual estar vacunado o no y se relajó», concluyó.